Según un reciente informe, la ingesta per cápita podría descender a menos de 160 litros anuales, muy por debajo de los picos históricos.
La industria láctea argentina enfrenta una crisis sin precedentes. Datos del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA) revelan una alarmante disminución del 17,3% en toneladas y 14,4% en litros durante el primer semestre de 2024, comparado con el mismo período del año anterior. Esta tendencia podría resultar en un consumo anual per cápita de apenas 156,3 litros, una cifra significativamente inferior a los 194 litros registrados al cierre de 2023.
El declive afecta a toda la gama de productos lácteos, pero con especial intensidad a algunos segmentos. Las leches fluidas experimentaron una caída del 23% en junio, acumulando un 16,2% de descenso en el semestre. Particularmente preocupante es la situación de las leches en polvo, con una disminución del 33% interanual en junio y un acumulado del 30% en el semestre. Los quesos, que representan el 60% del consumo lácteo, no escapan a esta tendencia, mostrando una reducción del 18% en junio y un 11% en el semestre.
El informe también destaca caídas significativas en otros productos: postres y flanes (-53,4%), yogures y leches fermentadas (-21,2%), manteca (-16%), crema (-12%) y dulce de leche (-13,7%). Estos datos reflejan no solo una disminución general del consumo, sino también un cambio en los hábitos de compra de los consumidores, quienes optan por alternativas más económicas en un contexto de crisis económica.
