Un breve y caprichoso repaso a las canciones y discos que sonaron en distintas etapas de incertidumbre económica.
En un excelente artículo publicado esta semana, el diario español El País aseguró que esto de las crisis económicas es algo tan argentino como el dulce de leche, la birome, el asado, o el peronismo. El matutino madrileño dijo que los argentinos nos preparamos «desde niños» para soportar las hecatombes monetarias que nos ponen patas para arriba y sin rumbo. «Se preparan desde niños, gracias a los anticuerpos que recibe de sus padres, que a su vez los recibieron de los suyos. La experiencia se mete en el ADN nacional y permite sobrevivir», escribió el periodista Federico Rivas Molina.
Así es como los argentinos hemos avanzado en medio de crisis distintas pero parecidas, con actores principales distintos pero parecidos, y con consecuencias iguales para el mismo sector de la población. Eso sí, si hay algo de lo que no nos podemos quejar es de la banda de sonido de esos estallidos. En Argentina siempre hubo muy buena música y ni las agonías monetarias pudieron evitarla.
De eso hablamos esta semana en Cuarto Oscuro, nuestro programa de radio. El periodista Federico Anzardi realizó un caprichoso, acotado y breve repaso -así son los tiempos radiales- de la música que sonaba en las crisis argentinas. Canciones que no necesariamente hablaban de lo que estaba pasando, sino que simplemente estaban allí, en el éter, flotando hasta el hartazgo, musicalizando el saqueo de un supermercado.
Rodrigazo y Sui Generis para todos
Celestino Rodrigo asumió como ministro de Economía en junio de 1975, durante el gobierno de Isabel Perón y el brujo José López Rega. El flamante funcionario aplicó un ajuste brutal que provocó que el boleto de colectivo aumentara 50 por ciento de un día para el otro. El pan subió 20 por ciento, la tarifa de taxis 140 por ciento, los pasajes aéreos un 120 por ciento. La inflación anual llegó a ser del 777 por ciento y la devaluación del 160. Hubo desabastecimiento de alimentos y combustible y, por supuesto, el famoso pedido de «sacrificio» a la población.
En medio de todo eso había muy buenos discos dando vueltas: los progresivos argentinos se deleitaban con Wish You Were Here, el sucesor del Dark Side of the Moon. Pink Floyd en su mejor momento. El rock argentino tenía en Invisible a uno de los grandes tríos de todos los tiempos: Spinetta + Pomo y Machi, la base del Pappo’s Blues más notable. Ese año el grupo sacó Durazno Sangrando.
Pero el momento más importante, al menos en lo popular y comercial, fue el de Sui Generis, que el 5 de septiembre de ese año metió «más gente que Gardel» en el Luna Park, un hito para el joven movimiento rockero vernáculo. De esos shows salieron los discos que marcaron el final de la primera etapa del dúo de Nito Mestre y Charly Garcia.
Martínez de Hoz, la reconstrucción del rock, la caída del país
En 1976, con la irrupción de los militares en el poder, José Alfredo Martínez de Hoz implementó una política económica que llevó la deuda externa de 7 mil millones de dólares a 40 mil millones. Hubo devaluación, acuerdo de precios que no se mantuvieron, ajuste, dólar alto, inflación, la «tablita» que no funcionó, el famoso «deme dos» y la plata dulce. Épocas de la famosa frase «el que apuesta al dólar pierde».
En ese contexto dictatorial, el rock argentino se reinventó y pasó de un folk hippie a rock progresivo y terminó instalando la new wave de los 80. Seru Giran con su «José Mercado» se burlaba del ministro, Raúl Porchetto triunfaba con Metegol, Queen deslumbraba a los argentinos con shows en Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata y un trío inglés llegaba a nuestro país para tocar en la Ciudad Feliz y en el mítico estadio Obras. Era The Police, influencia clave para el sonido que se venía.
Hiperinflación sin vinilos
En febrero de 1989 la inflación mensual era del 9,6 por ciento. En mayo ya era del 78,4. En junio escaló al 114,5. En julio era del 196,6 por ciento. Ese año la pobreza alcanzó el 47,3. Fue un año caótico con cambio anticipado de presidente y saqueos en distintas localidades.
Ese año los Redondos debían postergar la salida de Bang! Bang! Estás liquidado por la falta de vinilo. Charly editaba Cómo conseguir chicas. Los Stones ya desafiaban al tiempo con Steel Wheels. The Cure editaba Disintegration y demostraba que aún podía mandarse álbumes legendarios. Eran meses en los que sonó mucho «Sowing the seeds of love», la exageradamente beatle canción de Tears For Fears. Otra que dominó los rankings nacionales fue «A little respect», de Erasure, un tema que se convirtió en un himno de la comunidad LGBT.
2001, 2002, patacones y más
La anteúltima crisis argentina fue la del comienzo de siglo. La de los cinco presidentes en una semana, la de los sueldos pagados en Patacones, Lecops, BoFes, y otros bonos de emergencia que a los argentinos les hacía pensar que estaban pagando los fideos con billetes del Juego de la Vida. Épocas post convertibilidad en los que el Fondo Monetario Internacional pedía hacer «sacrificios» para salir de la crisis desde la tapa de Clarín.
En 2001 y 2002 sonaron mucho Eminem con «Stan», la canción que sampleaba a la británica Dido. Shakira, por entonces integrante de la familia del presidente Fernando de la Rúa, explotaba a nivel mundial con «Suerte». Surgía Juanes como una estrella continental. Charly García «regresaba» con Influencia y canciones como «Tu vicio».
Divididos editaba Vengo del placard de otro, un disco que tenía una morcilla en tapa como reflejo del moretón tras el golpazo nacional. Allí se incluía una canción llamada «Ay, qué dios boludo», donde la banda hablaba de «aquelarre de presidentes» y anunciaba algo que parecía lejano: «La azafata vuelve a ser la que trae el perfume y el pedal».
¿Mañana es mejor?
La crisis actual tiene, por supuesto, la música de su tiempo. No hace falta realizar muchas descripciones en este caso porque alcanza con ir a Spotify o encender la radio. Sí se puede rescatar una pieza reciente: es «Canguro», de WOS, el ganador de la Red Bull Batalla de los Gallos 2018, de apenas 21 años, que viene a confirmar eso que aseguraba el diario El País. Con una lírica de influencias ricoteras y de Pity Álvarez, WOS pone en evidencia la vacuidad del discurso macrista: «Y no hables de meritocracia, me da gracia, no me jodas, que sin oportunidades esa mierda no funciona».