El ex delegado del organismo en Salta y actual concejal, Gustavo Farquharson, se refirió a la medida que el vocero presidencial definió como la muerte administrativa del instituto que combatía la xenofobia, el racismo y la discriminación.
El gobierno nacional puso fin al proceso iniciado meses atrás con el “desmantelamiento” del instituto. El final llegó el lunes cuando el Boletín Oficial de la nación oficializó el cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).
El ex delegado del organismo en la provincia y hoy concejal capitalino, Gustavo Farquharson, lamento la medida y la alegría de los funcionarios nacionales que lo anunciaron: “primero quiero solidarizarme con quienes han sido despedidos. Trabajadoras que llevaban adelante una tarea muy importante. De esta manera, Argentina abandona el trabajo de la defensa de los derechos humanos durante estos cuarenta años de democracia y que había convertido al país en un faro para otros”, declaró en el programa Cuarto Oscuro que se emite por FM La Plaza (94.9).
Consultado sobre el énfasis con que el gobierno presentó al Instituto como un lugar plagado de trabajadores contratados irregularmente; el concejal dijo que se trata de “un relato mentiroso. El INADI fue creado en los años noventa, pero nunca contó con el presupuesto necesario y durante años sólo funcionó en CABA. Durante mi gestión en Salta [2020-2023] contamos con tres trabajadoras que llevaban adelante funciones administrativas, técnicas y de asesoramiento. Durante los últimos meses ni siquiera contamos con una oficina propia y funcionábamos en una que nos prestó la U.N.Sa. Lo conseguido en esas condiciones fue enorme: visibilizar la discriminación como problema complejo a tomar en cuenta; firma de convenios; trabajo articulado con provincia y municipios; cientos de capacitaciones; resolución de problemas concretos para familias que sufrían la restricción de derechos en escuelas u hospitales; aprobación de ordenanzas municipales y leyes provinciales para garantizar inclusión. Todo ello permanece a pesar del cierre y esa realidad no sería posible sin esos pocos trabajadores que hicieron mucho con poco. Con recursos cualquiera hace magia; cuando no lo tenés precisas del compromiso y la pericia de los trabajadores”, reflexionó.
Puesto a comparar a esos trabajadores con los funcionarios nacionales que celebran sus despidos, el edil manifestó que a los primeros los atravesaba “el compromiso, el esfuerzo, la generosidad y sus conocimientos traducido en labor. Personas con enorme vocación solidaria para con aquellos que llegaban al Instituto con miles de problemas y mucha angustia. La contracara es la completa deshumanización del Estado actual de la mano de funcionarios nacionales que promueven el odio, la violencia, el individualismo”, concluyó.
