Desmontes, altas temperaturas, falta de lluvias y cauces sin agua en los afluentes bolivianos explican la baja histórica en los niveles del río del que dependen campesinos y comunidades originarias en nuestra provincia.
Por ahora, dicen los especialistas, la única salida coyuntural a la situación del río sería la llegada de las lluvias en la cuenca alta pero las noticias que llegan desde Bolivia no son buenas. El diario El País de Bolivia reseñó el pasado sábado que la “Extrema sequía deja sin agua al río San Juan del Oro”. Hablaba del “principal afluente del río Pilcomayo y viene desde el sur de Potosí y Tarija. Está seco. Con 0 metros”, declaró a la sección local del diario Página 12 Luis María de la Cruz, integrante del Sistema de Alerta Temprana del Río Pilcomayo.
A la hora de explicar lo que ocurre, Luis María de la Cruz destaco el extremo calentamiento con alto índice de evaporación de las pocas precipitaciones que hay y la pérdida de vertientes que alimentan al sistema de los ríos Pilcomayo y Bermejo debido a la extensión de la ganadería en pequeña escala sobre las zonas altas. “Debido al avance de los grandes desmontes, los pequeños productores se desplazan cerro arriba y se va generando una degradación en el ambiente y la vegetación y los suelos porque obviamente, deben hacer sus pequeños cultivos y tener las zonas de pastoreo más arriba”.
La dificultad no es solo en el Pilcomayo, sino también en el Bermejo, ambos ríos cuyas cuencas nacen en Bolivia. En caso de continuar, la situación será mucho peor el año que viene. De la Cruz dejó un pronóstico duro para el futuro. Dijo al medio ya citado que en las actuales condiciones el Pilcomayo “es un río que nos está queriendo dejar, prácticamente”.