El joven Bruno Díaz, de Gimnasia y Tiro, sorprendió en la Liga Federal Formativa con un triple desde atrás de mitad de cancha en Santiago del Estero, una jugada que desató la euforia del equipo y quedará en la memoria del torneo. (Franco Hessling)
A veces quienes se llevan la red colgada al cuello, la pelota del título y los palmarés de campeón no son los que dejan los recuerdos más imborrables de un torneo. Esa fortuna está reservada, como si se tratase de una especie de justicia divina, para los que arañaron la gloria colectiva.
Así ocurrió en la segunda etapa de la Liga Federal Formativa U-13 organizada por la Confederación Argentina de Básquet, donde un jugador del combinado de Gimnasia y Tiro dejó una secuencia indeleble para la fanaticada, con la que probablemente sea la jugada más espectacular del torneo.
Se jugaba en la cancha de Juventud de Santiago del Estero. Con 4 segundos para que que sonara la estruendosa chicharra del entretiempo, un saque lateral en su propio campo le puso la pelota en las palmas a Bruno Díaz. Dribleó con la marca encima hacia su mano fuerte, la derecha, y logró un aire de espacio para sacar, a una mano, un lanzamiento desde atrás de la mitad de cancha, parecido a las catapultas medievales que con tanta destreza emula en las canchas actuales el serbio Nikola Jokic.
La pelota arrojada por Díaz viajó sin demasiada parábola, como buscando un destino que ya estaba escrito aunque nadie allí lo supiera. El tiro le ganó al tiempo expirante y se metió en el aro sin hacer gárgaras, seco, intempestivo, con determinación y sobrecogimiento.
El fervor del equipo conducido por Alfredo Ganami se desplegó en un abrazo colectivo que tiñó el suelo de la cancha de celeste y blanco, a puro festejo albo. La conversión, además, sirvió para irse al entretiempo ganándole a Mitre de Tucumán con algarabía y la euforia suficiente para dejar alta la sana competencia de siempre querer ganar, de no dar ninguna pelota por perdida y de buscar, en tiempos tan individualistas, que la unión haga a la fuerza.