Sucedió en la recta de Tin Tin. El pequeño animal no llevaba identificación, por lo que nadie quería hacerse cargo de pagar los daños. Al final fue la madre del ternerito la que determinó la pertenencia al sujeto que desembolsará ese dinero al profesor accidentado.
El suceso narrado en el sitio web del Poder judicial salteño bien puede ser leído como un relato breve posmoderno, austero pero efectivo en la cantidad de datos que aporta a pesar de ser una noticia meramente descriptiva.
Un docente viaja por la Ruta provincial 33, a las 7 de la mañana, rumbo a Cachi. Todavía no hay luz solar. Se cruza con una treintena de animales. Choca con un ternero al que deja herido. El accidentado al volante es asistido por personal del Parque Nacional Los Cardones y del destacamento policial de Payogasta. Mientras tanto, el ternero herido permanece “al costado de la banquina, con una vaca al lado”.
El ternero carecía de identificación, pero la vaca que estaba junto a él, luego se supo, era la madre, sí estaba identificada. Por ello el juez de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de 3ra Nominación hizo lugar parcialmente a una “demanda de daños y perjuicios por accidente de tránsito”, contra el propietario del ternero. Deberá indemnizarlo con poco más de $40.000.
El fallo aclara sobre la propiedad del ganado y diferencia sobre la responsabilidad de la fauna doméstica y la silvestre en el entorno de un Parque Nacional, en cuyo caso se debería hacer responsable el Estado.
Sobre la propiedad, dijo el juez que la Ley de Marcas y Señales, establece que “se presume, salvo prueba en contrario, que las crías no marcadas o señaladas pertenecen al propietario de la madre. Para que esta presunción sea aplicable las crías deberán encontrarse al pie de la madre”.