La ingesta per cápita anual se ubicará en 44,8 kilos, por debajo del registro de 1920 cuando alcanzó los 46,9 kilos. Los especialistas atribuyen esta baja al impacto que tienen los aumentos en servicios básicos y transporte sobre el presupuesto familiar.
El consumo de carne vacuna en Argentina atraviesa su peor momento en décadas, a pesar de que el incremento en sus precios se mantiene significativamente por debajo de la inflación general. Según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el precio promedio de los diferentes cortes alcanzó los $7.800 por kilo en septiembre, con una variación mensual de apenas 0,6%.
La moderación en los precios cárnicos contrasta notablemente con el índice inflacionario general tan celebrado por la gestión de Milei. Mientras que los cortes vacunos acumularon un aumento del 32% en los primeros nueve meses del año, la inflación interanual se disparó al 151%. Entre las variaciones más destacadas de septiembre, el matambre, la tapa de asado y el asado registraron subas del 1,9%, mientras que cortes como la cuadrada y la paleta experimentaron leves bajas.
Un estudio reciente de la consultora Sentimientos Públicos revela que aproximadamente el 40% de los encuestados ha reducido su consumo de carne, junto con otros productos alimenticios. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) proyecta que el consumo total de carnes bovina, aviar y porcina podría ubicarse en 105,7 kilos por habitante durante 2024, siete kilos menos que el promedio de la última década.
Los analistas señalan que esta caída histórica en el consumo responde a una reconfiguración en la estructura de gastos de los hogares argentinos. Mientras los salarios registraron un incremento interanual del 128,5%, los servicios básicos como electricidad, gas y combustibles aumentaron un 320,2%, y el transporte público un 252,6%, absorbiendo una porción cada vez mayor del presupuesto familiar y relegando el consumo de alimentos tradicionalmente importantes en la dieta argentina.
