El Ministerio de Desarrollo Social bonaerense iniciará un seguimiento especial sobre los 30 niños, de 6 y 7 años, usados por vendedores de drogas.
Para tratar de evitar que vuelvan a ser utilizados como «soldaditos» de las bandas de narcos que operan en la villa Puerta de Hierro, el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense decidió realizar un seguimiento de los 30 chicos, de entre 6 y 7 años, que fueron encontrados por policías bonaerenses cuando cumplían la función de vigías en búnkeres donde se vendía droga.
Según se informó oficialmente, a través del trabajo social y la identificación de los familiares que tienen a cargo a los menores, se los va a escolarizar para que abandonen los pasillos en los que fueron encontrados por los policías que irrumpieron en el barrio para desbaratar tres puestos de venta de droga que pertenecían a la denominada banda del Gordo Juan.
El lunes pasado, a la 1, cuando los efectivos de la Jefatura Departamental de La Matanza realizaron 33 allanamientos en el barrio, encontraron a 30 chicos a los que los dealersles pagaban $50, por noche, una gaseosa y un paquete de galletitas para que avisaran si llegaba «la gorra», por los policías, o «los verdes», en referencia al personal de la Gendarmería.
Los narcos recurrían a un grupo de 30 niños de entre 6 y 7 años, para formar parte de la primera línea de alerta ante la presencia policial, debido a que los mayores no estaban en condiciones de cumplir esa función por los efectos devastadores del paco.
La idea del gobierno provincial es no judicializar a estos niños. Las autoridades intentarán acompañarlos, con las organizaciones intermedias, en particular con los dos curas villeros que tienen presencia permanente en el asentamiento, con comedores y programas de desintoxicación.
«Puerta de Hierro no tiene muchas organizaciones comunitarias salvo la iglesia. Trabajamos con operadores de pasillo: primero para resolver la cuestión alimentaria, después para brindar contención. Además los vamos a escolarizar», aseguró el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Santiago López Medrano.
«Ninguno de los chicos encontrados cuando actuaban como vigías de los narcos fueron judicializados debido a que tenían un familiar que los reclamó. No obstante, se realizará un seguimiento con trabajadores sociales para que sean vacunados y escolarizados. Pasado mañana, sobre la avenida Crovara se estará presente con un operativo de vacunación», dijo el ministro.
Según el funcionario, el Estado invirtió $3.500.000 para un Centro de Encuentro Comunitario, que funciona en el barrio 17 de Marzo, sobre la calle Colonia. Allí concurren 150 niños. Además, mensualmente, aporta fondos para unas 300 becas para sostener a esos 150 hogares y a otras 150 familias de la zona.
Uno de los problemas que deben afrontar los trabajadores sociales para evitar que los niños sean utilizados como «soldaditos» de los narcos consiste en que forman parte de un núcleo familiar en el que alguno de los integrantes está vinculado con el delito del tráfico de drogas.
Un problema social
«No alcanza con oficinas, lo sabemos. Hace falta seguridad, protección a los chicos que las bandas convierten en ‘soldaditos’ en esos barrios. Hace falta acompañamiento a las madres que ya no saben qué hacer», expresó la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.
«Estos años hicimos miles de operativos y derribamos 48 búnkeres de drogas. Pero sabemos que esto no alcanza. No alcanza con oficinas, ni con operativos, ni con detenciones. Para echar a los narcos de nuestros barrios más pobres hace falta mucho más que eso», aseguró Vidal.
En tanto, el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, manifestó: «Los chicos no están ni nunca estuvieron detenidos. Esto es muy difícil abordarlo desde la seguridad. Hay que abordarlo desde Desarrollo Social para que vuelvan a la escuela».
Mientras que Verónica Magario, intendenta de La Matanza expresó: «Es necesario que el Poder Ejecutivo provincial acompañe el esfuerzo del municipio para sacar a los chicos de la calle y que vayan a la escuela. Esto no se resuelve con un móvil del SAME en la puerta del barrio».
Fuente: La Nación