viernes 6 de diciembre de 2024
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En regiones de Salta incluida | De cómo la soja reduce el empleo y aumenta el desarraigo

Lo indica un estudio realizado por La Facultad de Agronomía de la UBA, el CONICET y la Fundación Bariloche. El periodo analizado es entre 2000 y 2010. Los municipios analizados incluyen territorios de Chaco, Salta, Santiago y Formosa.

“Para cumplir con la demanda del mercado internacional, en diferentes países del mundo, como la Argentina, la soja se expandió y trajo diversas consecuencias. Por eso decidimos estudiar de qué manera ese crecimiento impactó en 14 variables sociales, agronómicas y ecológicas entre los años 2000 y 2010. Analizamos 126 municipios tanto de la Región Pampeana —el área con mayor producción agrícola del país— como de la Región Chaqueña, una zona con grandes extensiones de bosques y pastizales naturales”, afirmó Florencia Rositano, docente del Área de Educación Agropecuaria de la FAUBA y autora de la investigación que se publicó hace dos meses.

La investigadora resaltó que la producción de soja tiene un lado positivo por usarse como insumo para la producción ganadera, pero ello tiene impactos en otros tipos de objetivos. Según su estudio, publicado en la revista científica Anthropocene, el avance del cultivo tuvo efectos distintos en las variables de cada zona.

“En la Región Chaqueña se redujo la superficie de bosques y pastizales, y la provisión de servicios ecosistémicos. Como sus suelos son frágiles y no soportan muchos años de soja, la pérdida de bosques y de pastizales no ocurrió directamente para realizar el cultivo, sino indirectamente para recibir al ganado desplazado de otras zonas”. Conviene recordar que esta región incluye territorios pertenecientes a las provincias de Salta, Formosa, Chaco, y Santiago del Estero que en las últimas décadas sufrieron los mayores índices de desmontes.

Volviendo al estudio, el mismo indica que en la Región Pampeana el avance de la soja atentó contra la ganadería y la diversidad de cultivos. “Por otro lado –detalló–, se redujo el empleo, la población económicamente activa y la densidad de hogares, y aumentaron las migraciones. Como el cultivo de soja no requiere tanta mano de obra, muchas personas perdieron sus trabajos, dejaron sus casas y migraron hacia la periferia de las grandes ciudades para buscar más oportunidades. En general, son los jóvenes quienes se van, y en los pueblos queda menos gente o la población envejece”.

Además, observó que el analfabetismo y los hogares con necesidades básicas insatisfechas se redujeron muy poco. “Esto se dio en ambas zonas a pesar de que en esa década se fomentaron políticas públicas vinculadas a mejorar la calidad de vida de las personas y la alfabetización”.

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