La presión cambiaria, la fuga de depósitos y el impacto externo deterioraron las arcas del BCRA. Las reservas netas ya serían negativas en más de U$S 6.400 millones.
Las reservas internacionales del Banco Central se ubicaron este lunes en U$S 24.791 millones, el nivel más bajo desde enero de 2023. El retroceso se da en un contexto de creciente tensión cambiaria y de incertidumbre internacional, profundizada por las recientes medidas proteccionistas de Estados Unidos. Las ventas sostenidas de divisas por parte de la entidad y la pérdida de valor de activos externos clave, como el yuan, contribuyeron al deterioro.
El Banco Central debió intervenir nuevamente en el mercado oficial de cambios, vendiendo U$S 35 millones el lunes y acumulando un saldo vendedor de cerca de U$S 1.800 millones en las últimas dos semanas. La demanda de los importadores, que buscan cubrirse ante una eventual devaluación, obligó a la autoridad monetaria a sacrificar reservas en un contexto de escasez.
Buena parte del impacto también proviene del plano internacional. La reciente depreciación del yuan —moneda que compone más del 70% del swap acordado con el Banco Popular de China— afectó negativamente la valuación de las reservas argentinas. A pesar del leve repunte del oro, activo de refugio en tiempos inestables, este no logró compensar la pérdida por la caída de la moneda china.
Otro factor de peso fue la salida sostenida de depósitos en dólares del sistema financiero local. Estos fondos, que durante el blanqueo de capitales se habían incrementado y permanecían encajados en el BCRA, comenzaron a retirarse tras vencer el plazo obligatorio de permanencia. Desde noviembre, los retiros suman U$S 4.780 millones, lo que agravó aún más el panorama.
Según estimaciones del grupo GERES, al 31 de marzo las reservas netas del Banco Central eran negativas en U$S 6.491 millones. Aunque las reservas brutas mostraban un leve repunte respecto al inicio del gobierno de Javier Milei, en la comparación interanual registraban una baja del 15,6%. Pese al ajuste fiscal y monetario aplicado desde diciembre, el retraso cambiario persiste y obliga al gobierno a volver a negociar con el FMI, mientras los mercados mantienen una postura cautelosa.