El arte convocó en Rosario de la Frontera a escritores, actores y músicos. Fue en el marco del “Octubre Cultural” celebrado en ese municipio. Un viaje corto pero intenso que acá relatamos. (Raquel Espinosa)
El 24 de octubre emprendimos junto con María Belén Alemán, Silvana Irigoyen, Carolina Salado Toledo y Alan Gabriel Robles, integrantes de “Tres Vientos”, un viaje. El punto de encuentro fue una estación de servicio en Tres Cerritos donde, además de intercambiar saludos, cargamos algunos bolsos, libros y los mágicos instrumentos: una guitarra, una caja, un cajón, un siku, un palo de lluvia y las cuerdas vocales de las intérpretes; luego, nos prestarían un bombo. Dejamos la capital y, a través de la ruta 9, llegamos al cruce de Güemes pasando por lugares como Lagunilla, Cabeza de Buey y Cobos para seguir por ruta 34. A 180 kilómetros al sur nos esperaba la ciudad de Rosario de la Frontera.
Palomitas, Lumbreras, Río Piedras, entrada a Las Lajitas y Joaquín V. González, Galpón y el fantasma de Esteco. Atravesamos el majestuoso río Juramento y el río de las Conchas. En Metán hicimos una parada para tomar un cafecito y finalmente llegamos a destino. Durante el trayecto fuimos repasando mentalmente los nombres de aquellas personas destacadas de ese departamento que conocíamos como Carlos Maita y Hugo Francisco Rivella y también un curioso dato que muchos desconocen: que la famosa marcha militar de infantería argentina “Avenida de las Camelias” fue compuesta en 1915 por el capitán de banda Pedro Maranesi, director de la Quinta División del Ejército Argentino. El dato curioso es que ese año, en el lugar denominado Paso del Durazno ubicado en Rosario de la Frontera el ejército, que estaba realizando maniobras, tuvo la necesidad de abrir una calle a la cual denominaron “Avenida de las camelias”. Este acontecimiento motivó al capitán a componer una marcha con el nombre de la calle creada. Es totalmente instrumental, de ritmo alegre y generalmente interpretada con bombos y trompetas. Aunque tiene connotaciones que la asocian a la dictadura militar, se hizo muy popular y junto con la marcha de San Lorenzo es una de las más reconocidas del país.
Rosario de la Frontera es la capital del departamento salteño homónimo. Trazada en 1873 es una ciudad referente del sur provincial. Fue fundada por Melchora Figueroa de Cornejo y todos los 7 de octubre se festejan en ella las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario. La plaza Independencia se ubica en el casco histórico; por ese espacio cruzaba el Camino Real de Postas. Frente a ella, se ubica la parroquia que con su nombre la evoca. En los momentos libres de nuestra visita contemplamos esa plaza, testigo de muchos acontecimientos históricos y donde el pueblo encuentra descanso y entretenimiento. Es también lugar donde se han establecido estatuas o monumentos que recuerdan a personajes de distintas épocas considerados por el pueblo y las autoridades como dignos de erigirse allí: Domingo Faustino Sarmiento, “Maestro de América”, el General y Doctor José Ignacio Gorriti, ex gobernador de Salta, Manuel Belgrano, José de San Martín, Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón. Imponentes árboles dan sombra y color al paisaje y se complementan muy bien con las fuentes y bebederos, los juegos infantiles y los mástiles de banderas mecidas por el viento.
Allí también hay una fuente central que ostenta un disco de arado levantado sobre unas montañas a escala de donde salen pequeñas corrientes de agua. Los símbolos refieren a la actividad agrícola, una de las principales del departamento, y a las termas de aguas calientes que convocan a locales y a turistas. Ese disco tan estratégicamente colocado en el centro de la plaza obra como una sinécdoque del arado, el arado en abstracto, el que aparece en nuestras mentes cuando alguien lo menciona o nos muestra una parte de él. Representa a su vez a todos los arados que desde su creación hace más de 5.000 años se inventaron para laborar el suelo. Los arados que ayudan a remover la tierra, a abrir surcos en ella y a sembrar. Emblema de revolución tecnológica, de progreso, pero también de fatigoso trabajo, de esfuerzos y sacrificios, de desigualdades. Fuera del ámbito rural, el arado y el arador remiten al trabajador de la cultura que va abriendo surcos y sembrando su arte. Por eso debe seguir en el centro. En el centro de esa plaza y en otros espacios centrales. No debería estar replegado o en los márgenes.
La ciudad tiene muchos otros atractivos como la plaza Güemes, el edificio de la Sociedad Española, la Biblioteca Popular Sarmiento, el museo de arte Quinquela Martín. Nos quedaron lugares para ver en otra oportunidad.
Nosotros íbamos con la misión principal de visitar establecimientos de nivel primario y secundario y dictar unos talleres sobre literatura y música. Así, durante el jueves 24 y el viernes 25 de octubre, estuvimos en las escuelas Martina Silva de Gurruchaga y San Leonardo Murialdo donde los estudiantes conocieron las historias del libro de cuentos Sorpresas trae el viento. También llegamos al colegio secundario Nuestra Señora del Rosario y a la escuela técnica, en este caso con el libro de microrrelatos En la piel del otro.
El diálogo con profesores y directivos de los distintos establecimientos, el recorrido por las aulas y patios de sus edificios, las charlas con el personal de la Dirección de Cultura, con Fabiana, la dueña de “Fabi libros”, con las ancianas y cuidadoras del Hogar de Ancianos de esa localidad y con los responsables del residencial donde nos hospedábamos nos permitieron conocer otras facetas de la ciudad y sus habitantes: sus necesidades, sus gustos, sus trabajos e ideales.
En el moderno edificio del Teatro Güemes Silvana Irigoyen actuó como moderadora en la presentación de los libros El último viaje y El mar de las libélulas. Un recital de poesía y música a cargo de María Belén Alemán y Tres Vientos cerró la participación de estos viajeros que dejaron algunos libros y temas musicales resonando en aquella porción de la Antigua Frontera del Este. A cambio, cargamos en nuestros bolsos la atención y las sonrisas de muchos niños, algunas lágrimas, las inquietudes de otros jóvenes, muchos temas para seguir debatiendo y la sensación de que el arte obra como una tabla de salvación ante circunstancias adversas o difíciles de comprender. El arte, ese extraordinario engranaje que, al igual que la rueda del arado se mueve porque lo impulsa el arador. Los aradores, en plural es mejor. Los escritores, los músicos, los artistas de teatro, de cine, los artistas plásticos, los que cultivan la danza, el canto, la fotografía, etc. Todos arando, dejando una semilla, buscando sentidos, repartiendo esperanzas.
El viaje fue corto pero intenso. Nobleza obliga a agradecer a todos los que nos recibieron con tanto cariño y apoyo y en especial, a Luis Caram, Director de Cultura y al intendente Kuldeep Singh. nería, sobre los Desafíos desde la Universidad y el Gobierno.