Mientras el gobierno de Milei resalta el aumento en las ventas al exterior, las familias argentinas reducen su consumo de carne debido a la crisis económica.
En un contexto de dificultades económicas para los hogares argentinos, el sector cárnico vive una realidad contrastante. Según informó la Secretaría de Bioeconomía, las exportaciones de carne vacuna alcanzaron un récord histórico en febrero, con un aumento del 25,68% respecto al mismo mes del año anterior, al llegar a las 82.548 toneladas.
Este crecimiento sostenido en las ventas al exterior se refleja también en el acumulado del primer bimestre, donde se despacharon 160.478 toneladas, lo que implica un avance del 21,63% en comparación con el mismo período de 2023. Desde el gobierno, estas cifras son interpretadas como el resultado positivo de un «cambio de política exportadora» que busca agregar valor a las cadenas agropecuarias, especialmente en el sector cárnico.
Sin embargo, mientras las exportaciones se expanden, el consumo interno de carne se contrae. Los datos de la Coordinación de Análisis Pecuario revelan que el consumo per cápita en febrero fue de 51,41 kilos por habitante por año, lo que representa una caída del 0,45% respecto al mismo mes del año pasado.
Esta disminución en el consumo local se enmarca en un contexto de retracción de la producción cárnica. La faena registró un retroceso interanual del 0,82%, llegando a 1.044.005 cabezas, mientras que la producción de res con hueso fue de 237.641 toneladas, lo que significa una merma del 0,61%.
A pesar de las dificultades económicas que enfrentan los hogares argentinos, el sector cárnico logra mantener un desempeño positivo en el mercado internacional. Las cifras oficiales muestran que, en los primeros dos meses de 2024, las exportaciones de carne bovina refrigerada y congelada alcanzaron las 129.000 toneladas, por un valor aproximado de 486,7 millones de dólares, superando ampliamente los volúmenes y valores del mismo período del año anterior.
