Se llamaba Fernando, tenía 13 años y padecía un cáncer que se aceleró cuando su madre fue detenida. Ésta pedía ser liberada para despedirse de su hijo y la acusaron de mentir. El niño aguantó y tras reencontrase con su madre falleció.
Claudia está presa desde hace un año en la cárcel federal de Salta por haber intentado pasar por la frontera un kilo de cocaína. El trabajo le redituaría 500 dólares con los que pensaba pagar la quimioterapia de su hijo. Entró a la Argentina por Orán y antes de llegar a General Guemes fue detenida mientras se dirigía con la mercancía al barrio porteño de Liniers.
Ella admitió su culpabilidad ante el juez Ernesto Hansen y explicó la situación de su hijo pero de nada sirvió: el juez pidió su procesamiento y ordenó su prisión preventiva. Claudia estaba embarazada y dio a luz cuatro meses después en la unidad penal para mujeres de General Güemes, en Salta.
Desde entonces, su hijo Fernando empeoró su condición y hace seis meses pedía autorización para reencontrase y despedirse de su hijo que empeoraba día a día. La acusaron de usar el estado de salud de su hijo para sacar provecho pero ella rogaba la autorización. Todo cambio hace una semana cuando el portal nacional Infobae contó la historia. Menos de 24 horas después y tras seis meses de esperar una resolución, el juez Hansen le permitió a Claudia viajar a Bolivia y estar con su hijo durante 30 días. Luego deberá volver a prisión y esperar el juicio.
El nene murió ayer. Aguantó todo lo que pudo y logró reencontrarse con su madre. Fue este miércoles cerca de las 20 en su casa de la ciudad de Montero, a 50 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra. “Su vida se apagó mientras él estaba como había soñado, de la mano de su mamá Claudia y rodeado por su abuela, sus tías y sus tres hermanas (Sheila Jazmín, de solo cuatro meses, nació en la prisión)” escribió el periodista Fernando Soriano que hace una semana consiguió que su nota sensibilizara a los jueces salteños.
La médica de Fernando, María Estela Coleoni Suárez, fue la que confirmó a Soriano la noticia. «Acaba de caer un gran luchador contra el cáncer, un guerreo valiente», comentó. Fernando había pedido la semana pasada abandonar el hospital y volver a su casa. Coleoni Suárez contó a este medio que había pedido «morir en su casa», pero estaba esperando a su mamá.
Claudia llegó a Bolivia el viernes por la noche después de un viaje en micro que duró 24 horas, entre la cárcel de General Güemes, en Salta, y su casa de Montero Claudia S.E. se reencontró con Fernando. El nene dormitaba. Se había enterado unas horas antes, de boca de su abuela, que su mamá finalmente había logrado el permiso. Estaba ansioso. Un rato antes de dormirse, les había pedido a todos los que lo visitaban que se fueran. Quería esperar a su mamá solo.
«Cuando entré estaba dormidito, caidito, levantó la cabecita y me miró y me dice ‘no llores mi mamá, no quiero que llores, yo ya no quiero llorar'», contó Claudia a Infobae entre sollozos. «‘Estoy bien, ¿no me ves bien? Estoy tranquilito’. Eso fue lo que me dijo. Me da mucha pena. Y yo me puse mal. Pero estoy tranquila. No imaginaba que iba a poder estar acá, estaba rezando y pidiendo que respondiera el juez», comentó Claudia días atrás.
Su infierno sigue. Salvo que haya alguna novedad que reformule la decisión judicial, Claudia deberá volver a la prisión de General Güemes y esperar una condena. Como el 41% de la población carcelaria femenina, Claudia no es narcotraficante: es el eslabón más bajo de una cadena perversa.