Los abusos se produjeron cuando la víctima contaba con 14 años, pero ésta los denunció al cumplir los 18 al poder abandonar la casa. El sujeto aceptó su responsabilidad.
La víctima relató que el acusado (57) vivía con ella, su mamá y sus hermanos en barrio Alto La Viña. Dijo que comenzó con los tocamientos impúdicos cuando ella tenía 14 años. La primera vez fue un día que regresó del colegio y lo encontró en la habitación que todos compartían. Él estaba alcoholizado, la llamó, la abrazó, le dijo que la quería mucho y la “manoseó”.
Ella lo empujó y salió al patio. Su mamá estaba en la casa conversando con su hermana, pero en ese momento no se animó a contarle nada. El imputado continuó con esta actitud durante mucho tiempo. La denunciante manifestó que “lo hacía cuando estaba borracho pero también cuando estaba sano”.
Un día, cuando ella ya tenía 18 años y estaba cursando la facultad, su padrastro la llamó y le dijo: “Tengo que decirte algo: yo a vos te veo como mujer”, al tiempo que intentaba besarla. La joven lo empujó y le advirtió que le avisaría a su mamá. Él le pidió perdón y le ordenó que no contara nada.
La damnificada manifestó que nunca supo cómo revelar lo sucedido porque le daba mucha vergüenza y porque le tenía miedo a la pareja de su mamá. Pero un día de 2021, en el contexto de una discusión familiar, la joven le lanzó a su padrastro: “Vos hiciste cosas peores y nadie te pegó o te gritó por eso”. Su mamá le preguntó a qué se refería y recién entonces le contó lo que el acusado le había hechos durante esos años. Él guardo silencio y su mamá comenzó a llorar. Poco después la damnificada decidió irse a alquilar sola porque el imputado siguió viviendo en esa casa.
El sujeto fue condenado en juicio abreviado a ocho años de prisión efectiva por resultar autor de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la convivencia preexistente con una menor de 18 años, en concurso real con abuso sexual simple gravemente ultrajante.