martes 14 de mayo de 2024
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Estará en los billetes de 10 mil | María Remedios, la negra que guerreó en el norte y juró la bandera junto a Güemes

Ahora es conocida ahora como la “Capitana”, pero su historia fue invisibilizada. Participó de grandes batallas en nuestra región. Su imagen en los billetes acompañará a la de Belgrano, que la había reconocido en vida.

El nombre de María Remedios del Valle no resalta en los libros de historia. Ni siquiera tiene un capitulo en particular. Se trata de un acto de enorme injusticia para esta mujer que nació en Buenos Aires durante el año 1766 y se ganó durante la guerra de la independencia la admiración del general Manuel Belgrano, quien le confirió el grado de capitana por su protagonismo, lucha y valor en el campo de batalla.

“La ‘Madre de la Patria’ fue una de las pocas mujeres que comenzó a luchar en las guerras de la Independencia desde que se formó el primer gobierno patrio, el 25 de mayo de 1810”, destaca Silvio Puertas en un artículo publicado hoy en el diario LA NACIÓN. Allí destaca que la participación de la mujer en los ejércitos se reducía a labores de cocina o enfermería, razón por la que en su mayoría permanecieron en el anonimato o en las penumbras.

“María Remedios, fiel a sus creencias acompañó a su marido y sus dos hijos (uno de ellos adoptado) a los frentes de guerra, sin saber que el frente de batalla cambiaría su camino. Como parte de la misión, acompañó al Ejército Auxiliar a las provincias del interior hasta llegar a Potosí (…) Fue en esas tierras donde perdió a toda su familia (…) El 20 de junio de 1811, participó en la batalla del Desaguadero, trasladándose después hasta Jujuy para ser parte del recordado ‘Éxodo Jujeño’. En el transcurso del año 1812, en la batalla de Tucumán, solicitó autorización al general Belgrano para auxiliar a los heridos, aunque no se lo concedieron, decidió dedicarse a los heridos de manera clandestina” recordó Puertas.

Fue una de las famosas “niñas de Ayohuma”, que no eran unas cándidas patricias altoperuanas como las canonizaron los libros escolares sino tres negras afroargentinas que asistieron a los heridos y lucharon heroicamente en el Ejército del Norte.

“Auxiliaron a los heridos en las batallas de Vilcapugio y en Ayohuma, región donde María Remedios fue prisionera del enemigo, pero fue tan audaz y valiente que logró escapar de los españoles luego de haber sido herida de bala y tomada como prisionera, donde tuvo una nueva oportunidad de demostrar su valía al ayudar a huir a varios oficiales patriotas. Como medida ejemplificadora, fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejarían cicatrices de por vida. Pero nada podría con ella, luego de escapar se reintegró al ejército argentino. Estuvo presente en la jura de la bandera junto a Martín Miguel de Güemes y a Juan Antonio Álvarez de Arenales”.

A la gloria le siguió el abandono y la pobreza. Cuando retorno a Buenos Aires frecuentaba los atrios de las iglesias y algunas de las plazas ofreciendo pastelitos o mostrándose como mendiga para recibir alguna retribución económica que junto a las sobras que recibía de los conventos le permitía sobrevivir. Se hacía llamar “la Capitana” y solía mostrar las cicatrices de los brazos mientras relataba como las había recibido.

Al enterarse de esta situación el general Viamonte y los diputados Silveyra y Tomás de Anchorena solicitaron una pensión en la Cámara de Diputados declarando: “…era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además, de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos”.

Se accedió a la solicitud y se la designó capitán de Infantería. En 1829 fue promovida a sargenta mayor de Caballería incorporándose en la Plana Mayor Inactiva. El decreto de Juan Manuel de Rosas en 1835 la incorporó en la Plana Mayor Activa con jerarquía y a sueldo, tras ese decreto, María Remedios pasa a figurar con el nombre de Remedios Rosas, en agradecimiento por el decreto que firmó el entonces gobernador. Dieciocho años después, en 1847, María Remedios del Valle murió en Buenos Aires.

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