“Un destino común” reúne conversaciones e intervenciones públicas de la directora local en el período 2009-2025. “No van a encontrar mucho sobre cine, sino sobre lo que nos hace querer algo en la vida”, dijo la cineasta sobre la publicación.
Publicado por Caja Negra y presentado en el marco del aniversario número 20 de la editorial y cuenta con la enorme virtud: que la palabra alguna vez dicha y ahora escrita suponga “una batalla ganada contra lo efímero”, escribió la periodista María Daniela Yaccar en una reseña publicada en Página 12.
La misma persona resalta que para empezar a definirlo al libro hay que hablar de lo que no es; y para ello señala la presentación que la propia Martel hizo del trabajo: “En este libro no van a encontrar mucho sobre cine, sino sobre lo que nos hace querer algo en la vida”. A ello Yaccae le agrega que el trabajo expone las condiciones de percepción, cultura y política de alguien que hizo de la cámara una herramienta de trabajo y que en el libro ofrece “más de 200 páginas de alto vuelo y densidad teórica”.
Los editores Malena Rey y Pablo Marín trabajaron dos años para compilar el material disperso y convertirlo en una “caja de herramientas para expandir algunos conceptos y volverlos insumos”. Cuentan en la “Nota a la edición” que decidieron dejar de lado entrevistas o charlas más centradas en películas para priorizar aquellas en las cuales los temas se despliegan con mayor libertad. Componen el libro diez textos estructurados en tres secciones. La segunda reúne conversaciones con César González, Carla Simón y Leila Guerriero.
La reseña periodística destaca varios pasajes que exponen las ideas de Lucrecia Martel sobre el tiempo, la imagen, el sonido o el espacio; pero también sobre lo que ella vivió como su “perniciosa” educación religiosa, factor que explica su invitación a desarmar todo lo conocido. El título del libro, no obstante, se relaciona con un seminario que dio en el Primer Festival Internacional de Cine organizado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y la carrera de Imagen y Sonido de la UBA. Allí en tono exhortación, instó a los jóvenes a inventar el cine argentino.
“Es muy difícil aceptar que falló la cultura. No falló la economía; el problema más grave que tenemos no es la deuda externa. Falló el entusiasmo, la curiosidad por usar herramientas muy poderosas para entendernos entre nosotros (…)”, advierte. Luego de asociar el arte a la utilidad, una idea para nada habitual, expresa: “No estoy de acuerdo con que el cine implique ver tanto cine. El cine es ir a la calle, es hablar con los vecinos, caminar por la ciudad y hablar con la gente (…). Hay algo que pasa afuera que necesita de nuevas observaciones (…). Armar ese destino en común es la única tarea de la cultura. La cultura es un intercambio simbólico que sirve para armar un destino común, para inventar un mundo”.
“Se siente parte del ´fracaso´ de la no construcción de una cultura que ´contenga a todos´. Un clima apocalíptico sobrevuela las últimas páginas, por la descripción de un contexto que combina aislamiento, híperconexión, delegación de tareas a la IA y un sombrío presente político. Son generalizados el ´desasosiego´, la ´desazón´, un sentimiento de ´inadecuación´, la sensación de ´fin de época´, pero Martel conserva un ´optimismo enfermizo´ que logra contagiar. Es, también, por aparecer en un tiempo en que faltan brújulas, que Un destino común es un libro cuya existencia vale la pena”, finaliza la reseña.


