Ante la fuerte suba en el precio de la garrafa, los sectores vulnerables recurren a métodos antiguos para cocinar sus alimentos.
En las últimas semanas se dio un fenómeno que no se veía desde 2002: el uso masivo de leña para cocinar. La suba desmedida del precio de la garrafa de gas hizo que muchos salteños vuelvan a métodos de principios del siglo pasado, cuando la Argentina «era potencia mundial», según el presidente Javier Milei.
El aumento supera ampliamente a la inflación. Ahora la garrafa de 10 kg -que costaba $1.800 en enero de 2023- se consigue a $8.000, un salto del 400%. En el interior provincial se vende a $17.000. Como siempre, la carestía golpea más a las personas de menos recursos.
Ante este panorama, en los barrios populares de Salta Capital y alrededores ya no piensan en garrafas. Piden donaciones de madera para cocinar en comedores y merenderos. Tal es el caso del espacio de Daniela en 2 de Abril, donde un periodista solidario lleva leña para que 4 voluntarias alimenten a 180 vecinos necesitados.
«Pasamos de 120 a 180 personas que vienen por comida. La suba fue desde principios de este mes. Tenemos una lista de espera enorme. Necesitamos ayuda urgente porque la situación es desesperante», se lamentó Daniela en entrevista con El Tribuno.
En otros barrios sufren lo mismo, según pudo constatar ese diario salteño. Cristina, en 1° Junta, recibe tarimas de madera de una cervecería. «Son como oro para poder cocinar», asegura. En La Silleta, Jimena Calafiore dirige un merendero donde ya no compran garrafas: «Cocinamos todo a leña. Sin eso no comemos. Es una situación muy crítica», describe. Como todas, pide donaciones de madera o cualquier elemento combustible.
Es un retorno forzado a otros tiempos que refleja la angustiante realidad de los más vulnerables. Con creatividad e ingenio buscan salir adelante, pero el hambre acecha. Esto demuestra la necesidad urgente de políticas públicas para proteger a quienes menos tienen, algo que al actual gobierno nacional parece importarle poco.