Integra a 2600 mujeres wichí, qom y pilagá. Las mujeres qom usan como materia prima la lana; las wichí, el chaguar y las pilagás, el carandillo.
Desde el año 2000, las mujeres del monte chaqueño pasaron de una actividad individual y doméstica a una en donde la producción es coordinada, hay control de calidad y se trabaja para expandir la comercialización. En 2002, la Fundación Gran Chaco acompañó y profundizó este proceso y, finalmente, en 2009 se conformó la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco (Comar).
Quien preside la cooperativa es Norma Rodríguez, una mujer wichi de 50 años que vive en Lote 8, Formosa. “A partir de la formación de Comar mi vida cambió mucho. Antes siempre estaba en mi casa. Salía al monte a la mañana a buscar leña y cuando volvía hacía mi artesanía. Era una mujer pobre, sin trabajo y con siete hijos que mantener. Desde el momento que empezamos a gestar la organización tuvimos que hacer frente a los hombres, que nos decían que teníamos que quedarnos en la casa. A los dirigentes no les gustó que tuviéramos una organización. Un día los enfrenté, me hice escuchar y no molestaron más”, relató Norma al sitio Infobae.
Quien también brindo testimonio fue la presidenta de la Fundación Gran Chaco, Fabiana Mena, quien relato que al entrar en contacto con la comunidad wichí y observó que el principal problema que tenían las artesanas era el aislamiento, la falta de un acuerdo de precios y la falta de criterios colectivos de producción. “Cada grupo que se sumaba, se conformaba como una asociación. Comar hoy está integrado por 24 asociaciones en tres provincias: Salta, Chaco y Formosa”, narra el artículo.
Otro desafío que tuvieron que sortear las artesanas para conformar la red fue superar los prejuicios que existían entre las comunidades wichí, qom y pilagá. “Poco a poco se fue construyendo una pertenencia común como mujer indígena artesana. Era muy importante fortalecer el tejido social para construir”, dice Mena. Entre un grupo de mujeres artesanas y otro puede llegar a haber una distancia de hasta 500 kilómetros. “Para resolver este desafío se necesitaba un actor que juntara la producción y la vendiera. Por eso, fuimos construyendo una organización de segundo nivel, que es la Comar”, dice Mena. La cooperativa, consolidada en 2009, cuenta con el acompañamiento de la plataforma El Futuro Está en el Monte.
Con la pandemia no se detuvieron los encargos de las artesanías. Al contrario, aumentaron. Las mujeres qom usan como materia prima la lana; las wichí, el chaguar y las pilagás, el carandillo. Antes, se juntaban para hacer los productos mientras charlaban. Ahora, cada una trabaja desde su casa y hacen carteras, cartucheras, monederos, sobres, caminos de mesa, cestas y tapices.
En el marco de la pandemia, Fundación Gran Chaco acompañó a concretar un convenio con el Banco de Formosa para abrir 2.000 cajas de ahorro sin costo. De esta forma, las mujeres pudieron cobrar por su producción no solo en efectivo —un método interrumpido por la pandemia— sino a través de transferencia bancaria.
Una parte importante de las artesanías las venden a través de Matriarca. Esta empresa social buscó mejorar la comercialización de la red y brindar una propuesta para agregarles valor a los productos que se venían haciendo. Matriarca no solo vende localmente, sino que lleva las artesanías a clientes de Japón, Tailandia, China, Suiza y Estados Unidos.