sábado 27 de abril de 2024
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Abel Albino | El santurrón medieval que fracasó en Salta desembarca en el gobierno de Milei

Firmó un acuerdo con el Ministerio de Capital Humano para luchar “contra la desnutrición infantil». Su paso por el gobierno de Urtubey, las muertes de niños wichís, la relación con Macri y sus delirios en contra del aborto. (Daniel Avalos).

Hubo un tiempo en el que todos hablaban bien de Abel Albino. Urtubey, Macri, Lanata, Tinelli y una larga lista de políticos y celebridades, destacaban la lucha incansable del anciano contra la desnutrición infantil a través de la Fundación CONIN, fundada por él en 1993. Señalaban los resultados y admiraban a este pediatra nacido en 1946 que se adentraba en las profundidades del monte para atender las infancias vulnerables.

Semejante popularidad fue una bendición para el gobierno de Urtubey, que cargando con varias muertes de niños por desnutrición convirtió al pediatra en gurú de las políticas del ex Ministerio de la Primera Infancia. Los recursos que se destinaron desde Salta a CONIN fueron cuantiosos y los resultados casi nulos. Las noticias que llegaban desde el norte de la provincia eran alarmantes y tuvieron un pico dramático entre diciembre de 2019 y enero de 2020: una quincena de niños y niñas wichis muertos por desnutrición. Fue entonces cuando el recién asumido gobierno de Gustavo Sáenz cortó vínculos con CONIN y dictó la emergencia sociosanitaria para los departamentos de San Martín, Orán y Rivadavia.

Así acabaron los tiempos en donde cada visita del pediatra se convertía en megaproducciones propagandísticas que lograban silenciar otro aspecto oscuro de Albino: su particular relación con la religión, la iglesia católica y sectores reaccionarios de la misma.

Fe y teoría

Precisar la concepción CONIN no era difícil. Alcanzaba con leer el libro “Gobernar es poblar”, escrito por Albino y cuya tercera edición apareció en noviembre de 2010. Uno de los subtítulos abofeteaba al sentido común laico, pero blanqueaba desde el principio el lugar desde el cual hablaba quien se presentaba como una eminencia: “¿Paternidad responsable o fornicación asistida?”.

Albino lo exponía así: siendo Argentina un país que produce alimentos para 400 millones de personas, desde el punto de vista de la medicina social lo que hay no es hambre. Lo que hay es una enfermedad que no tiene connotaciones físicas sino culturales y éticas. Una de las principales es “la desvirtuación de la sexualidad, deformación que incita a desarrollar, de modo animal, una desenfrenada libertad sexual fuera de todo marco”. Realizado el diagnóstico, Albino sugiere el tratamiento terapéutico–social que consistiría en “erradicar los males culturales latinoamericanos imitando las virtudes europeas, pero no sus vicios” (cap. II, pág. 39 a 41).

Las virtudes europeas son el republicanismo e institucionalismo de las supuestas democracias serias del primer mundo en contraposición a la corrupción, el asistencialismo o el clientelismo de los “populismos” latinoamericanos; mientras los vicios que Latinoamérica imita son las políticas de control de la natalidad. Criterio que deslizaba a Albino a satanizar al Estado nacional (por entonces conducido por CFK) al que acusaba de “asistir la fornicación” generando más promiscuidad, más embarazos, multiplicación de niños abandonados y mayor desnutrición infantil, que esencialmente es el resultado de una “pléyade de hijos indeseados, lo que, precisamente, por ser indeseados (en grado tolerable o intolerable) luego son abandonados o desatendidos en mayor o menor medida”.

Semejante sentencia deslizaba al pediatra a condenar esa fornicación estimulada por la distribución masiva y gratuita de profilácticos, la promoción de dispositivos intrauterinos, ligaduras de trompas o vasectomías a las que calificaba de mutilaciones genitales, reparto de píldoras anticonceptivas a las que definía como “anticoncepción tóxica”, o la promoción de abortos no punibles.

Dime con quién andas…

Identificar las fuentes doctrinales de Albino tampoco era difícil. Y es que a lo largo de las 180 páginas de la publicación se suceden citas bíblicas; definiciones de “humanismo” relacionadas con el Papa Juan Pablo II que presentaban a hombres y mujeres como puntos sujetos a normativas universales e inamovibles; o referencias a pensadores y concepciones arcaicas como las del fundador del Opus Dei Josemaría Escrivá de Balaguer.

El prólogo del libro fue redactado por otro sacerdote de religiosidad arcaica: José María Chiesa, quien en una entrevista al diario catamarqueño El Esquiú, publicada en agosto de 2015, admitía su pertenencia al Opus Dei y celebraba llamarse como el fundador de la prelatura. La entrevista tenía por objeto condenar al aborto y la fecundación in vitro que, para Chiesa, ejemplificaba la soberbia del hombre que pretendía manejarlo todo con prácticas que forman parte de “un plan diabólico”.

Chiesa hablaba también de su libro “El regreso de la cigüeña”. Allí acusaba de nazis a padres, madres y médicos que recurren a ese método. Al disparate lo explicaba así: la fecundación produce embriones que al congelarse primero y descongelarse después sufren daños que requieren de una selección a la que el cura denominaba “casting”, concluyendo entonces que “si uno analiza bien el hecho de la fecundación in vitro y tuviera que escribir un artículo y ponerle un título, éste sería “Mengele estaría feliz” (…). Mengele fue el médico nazi que experimentaba con niños judíos en el tenebroso campo de concentración de Auschwitz. Chiesa caía así en la irresponsabilidad de moda: banalizar la historia para satisfacer intereses mezquinos.

Chiesa informaba en aquel prólogo la admiración de Albino por el fundador de la prelatura. No lo hacía como revelando un secreto que el pediatra quería ocultar. Después de todo, Albino lo admitía en entrevistas y recordaba su participación en la ceremonia de beatificación de Josemaría Escrivá de Balaguer por Juan Pablo II en mayo de 2002. Desde entonces, el fundador de CONIN llama a Escrivá de Balaguer “San Josemaría”. (24 de abril del 2008; http://opusdei.org.ar/es-ar/article/dos-mas-dos-mas-dios/).

La Obra de Dios

El Opus Dei se fundó en 1928 para convertirse en Prelatura personal del Papa en 1982. En España cobró fuerza como grupo tecnocrático al servicio de la dictadura franquista mientras consolidaba su rol como grupo de presión. Siempre fue un puntal del conservadurismo teológico devenido luego en correa de transmisión entre el Vaticano y los gobiernos derechistas europeos y latinoamericanos en donde fueron colocando miembros laicos en cargos públicos, principalmente en educación y luego en todo lo vinculado a las tecnologías de la comunicación. Su ascenso meteórico coincidió con el apoyo de los financistas de la “obra” a la Santa Sede cuando la quiebra del Banco Ambrosiano -a principios de los años 80- hundió al Vaticano en un escándalo que incluyó avales financieros sospechosos y la misteriosa muerte del banquero que presidiendo el Ambrosiano estaba también al frente del Banco del Vaticano.

Desde entonces, la estrategia del Opus se consolidó con rasgos que también caracterizan a fundaciones como CONIN: obsesión por las herramientas que elaboran y transmiten información y un amplio dominio de la informática y las tecnologías aplicada a las comunicaciones para conseguir lo que Escrivá de Balaguer esbozaba en sus tiempos: “Envolver el mundo en papel de periódico” (Emilio Corbiere: “Opus Dei. El totalitarismo católico”). Los objetivos eran centralmente dos: restablecer el poder económico de la iglesia a través de complejas redes productivas financieras que le valen el título de “multinacional de la Fe”; y poder temporal que debe ponerse al servicio de un integrismo que otros católicos condenaban sin reparos.

El actual Papa Francisco es uno de esos católicos. En agosto del año pasado dispuso que la organización sea tratada como una asociación pública clerical y no como una prelatura personal del Papa como era hasta entonces.

Opus, a las cosas

El gobierno de Macri reclutó al anciano siguiendo las recomendaciones de Juan Manuel Urtubey para hacer en Nación lo que CONIN había hecho en Salta: propaganda mediática, utilización de recursos públicos y escasos resultados. El protagonismo que adquirió sirvió al menos para visibilizar en todo el país los polémicos métodos CONIN que combinan una dimensión médica y otra educativa cuya columna vertebral es una “correcta educación sexual” para terminar con la desnutrición infantil. Persiguiendo ese “objetivo estratégico”, el pediatra informaba que el proyecto CONIN aplicaba “once pautas de educación sexual” que, en lo central, promueven la castidad.

Mencionar esos once puntos resulta imposible en estas líneas. De allí que debamos conformarnos con rescatar la sentencia que atraviesa a todos: todo acto sexual que no sirva para procrear o para consumar la unión matrimonial es pecaminoso y causa de que la naturaleza castigue a los pecadores que atentan contra las normas de la monogamia, la heterosexualidad, los matrimonios estables e indisolubles. Tales pecados producen el aberrante fenómeno de la desnutrición infantil.

Albino volvió a aparecer durante el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Una de las frases que utilizó en sus exposiciones lo pintaron de cuerpo entero. Mientras se oponía a la sanción de la ley e insistía en la necesidad de una vida casta aseguró que «el preservativo no funciona» y que el VIH puede «atravesar la porcelana». La desmesura religiosa quedó expuesta ante todos. Albino dejó entonces de parecerse al Abuelito de Heidi para encarnar a esos monjes medievales calvos, de barbas ralas y desdentados que peregrinaban anunciando desgracias y castigos para el mundo torcido y pecador.

El brillo de Albino pareció opacarse para siempre. Sus participaciones públicas se redujeron al máximo y casi ya no se hablaba de él. Ayer volvió a ser noticia. El gobierno libertario lo convocó a través del Ministerio de Capital Humano para combatir la desnutrición. El resultado se adivina: la fundación CONIN embolsará muchos recursos públicos, Albino volverá a las predicas moralizantes y las infancias seguirán en riesgo. Hay cosas y personas que ya deberían tenernos hartos.

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