jueves 28 de marzo de 2024
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Volvió Carta Abierta y se refirió al sector peronista del que forma parte Urtubey

El colectivo de intelectuales afín al kirchnerismo reapareció con un nuevo texto. Definieron al momento como una hora crucial y pidieron la candidatura presidencial de Cristina. Fuertes críticas al peronismo “racional” de Urtubey.

El escrito es extenso y está dividido en seis secciones y pone énfasis en cuestiones vinculadas a las políticas del gobierno de Macri, la profundidad de la crisis, la judicialización de la política y el llamado peronismo racional que ocupa por estos días el centro de la escena política tras la foto inaugural del espacio que reunió a Urtubey, Juan Schiaretti, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto.

“… se hace necesario indicar algunas cuestiones en relación al peronismo” se indica en la sección dos del documento que analiza ese punto y que a continuación reproducimos de manera íntegra.

“El gobierno de Macri inauguró varias vetas sobre este tema. Anotamos en este sentido la expresión peronismo republicano, peronismo dialoguista o peronismo racional. En cualquiera de estos tres casos, el intento de separar kirchnerismo y peronismo es explícito y no tan sorprendente, pues visualizan como una anomalía salvaje a ser extirpada, a todo lo que imaginan que contiene la expresión kirchnerista. Sorprende un poco más, la vocación de innumerables funcionarios peronistas, sea que revisten en ámbitos parlamentarios, municipales o provinciales, en el grado que corresponda, incluyendo diputados, senadores o gobernadores, que acepten con total consentimiento bajo la impostura de la «gobernabilidad» esta redefinición que les atañe y que al parecer les provoca un sentimiento de comodidad. Implica el proyecto macrista de absorber al peronismo en una de las variantes de una entidad abstracta superior, cuál sería la construcción de un nuevo acto fundador de la política nacional, vaciando totalmente al país de vida emancipada, de justicia social y de soberanismo económico.

A este atroz propósito convocan al peronismo adjetivándolo de racional, republicano o dialoguista. No se debe despreciar ninguno de estos tres conceptos. Se debe alertar, en cambio, sobre el modo destructivo que los emplea el macrismo. A lo republicano lo hacen precondición de la degradación absoluta de todo el andamiaje judicial del país, a lo dialogal lo hacen precondición de crecientes medidas represivas y a lo racional lo ponen como cobertura elegante de lo que son, si los desarrollamos plenamente, actos consumatorios de diversas acciones de barbarie institucional, jurídica y cultural.

¿Esta situación debe llevarnos a suponer que al peronismo que acepta las condiciones del macrismo hay que oponerle un peronismo auténtico? Permítasenos apartarnos también de esta denominación. No hay autenticidad fija de antemano, solo hay interpretaciones y reinterpretaciones, que son el verdadero ámbito de entrelazamiento de las identidades políticas con la cuota que cada momento histórico opone como desafío para ser escrutado. Por lo tanto, sin que nadie pueda ser criticado porque mantiene premisas políticas que considera selladas con el lacre de una permanencia definitiva, tampoco nadie puede quedar en estado de ingenuidad sobre los pobres artificios del macrismo.

Primero llamar a los peronistas dispuestos a mimetizarse, a hacer «la oposición a Su Majestad» a fin de entrar en la dulce espera de una alternancia que le correspondería para usufructuar a su turno la benevolencia de los poderes mundiales o del FMI. Y luego, desafiar a esta fuerza política nacida a mediados de los años 40, a reexaminar sus clásicas fidelidades al proclamar el gobierno que ellos vienen a enterrar 70 años de infelicidad pública. De esos años, casi todos corresponden a la presencia compleja del peronismo en la historia nacional. Se salvan los dos primeros años, pero caen en la redada los dos primeros del macrismo, suprema concesión para la última gran operación entrecruzada, peronizar al macrismo y macrizar al peronismo. Si eso ocurriera, se inauguraría una nueva época en el derrotero nacional, bajo nuevos términos de declinación de la soberanía del país, destrucción de sus ya menguadas autonomías, pérdida de sus fuerzas productivas, repudio explícito a sus memorias sociales transcurridas, sea bajo el signo de las luchas, sea bajo el signo del consenso. Y fundamentalmente, la destrucción de sus fuerzas productivas, creadoras de vínculos colectivos y de autoconciencia social. Y entonces llamaríamos «macrismo» a la triste escena por la cual se inauguraría una época, donde una derecha colonial represiva, tomaría como motivo de festejo los préstamos condicionados del FMI, por lo cual a lo que nos arruina se lo aplaudiría como lo que nos salva”.

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