jueves 28 de marzo de 2024
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“Vivía todo el tiempo caliente” | Habló uno de los abusados por el exobispo Zanchetta en Orán

El joven de 23 años identificado como Alan dio un largo testimonio sobre los abusos cometidos por el sacerdote que cuenta con el respaldo del Papa Francisco. Gustavo Zanchetta se presentó hace unas semanas ante la justicia salteña y no declaró.

A más de un año de las denuncias de acoso y abuso sexual contra el exobispo de la diócesis de Orán que conmocionaron a la sociedad salteña, nada parece haber cambiado. Zanchetta vive en el Vaticano y recién se presentó ante la jueza de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, María Laura Toledo Zamora, el pasado 27 de noviembre acompañado por su abogado defensor canónico, el padre español Javier Belda Iniesta. Allí se le notificó que está imputado de abuso sexual simple y el religioso ratificó su domicilio procesal, su teléfono de contacto y a Enzo Gianotti como defensor oficial.

La falta de avances obedece a múltiples variables entre las que se incluye silencios sociales. Así lo explicó una de las víctimas consultadas por el Equipo de Investigación del diario Perfil y que por primera vez da su testimonio. Se trata de Alan, un joven salteño de 23 años, víctima del ex obispo que en la causa aparece como testigo. “El silencio responde a una cuestión de evitar cualquier posible entorpecimiento, y también por lo difícil que es recomponer la vida, en una comunidad tan pequeña donde escaparse del dedo apuntador no es nada fácil”.

Alan (llamado así para resguardar su identidad), ingresó al seminario cuando tenía 17 y estuvo allí durante cuatro años, hasta que en enero del 2019 decidió dar por finalizada la formación que lo conduciría al ministerio sacerdotal. “Me fuí porque no se podía estar. De 30 curas solo nos apoyaban tres. Y el actual obispo (Luis Scozzina) en lugar de preocuparse para ver cómo estamos, insiste con la teoría de que todo fue armado para perjudicar a Zanchetta y a los denunciantes no les deja tener contacto con nosotros”, cuenta.

En casi toda Salta, pero sobre todo en Orán (región conocida por los fuertes desafíos pastorales que implica esa zona, por la presencia del narcotráfico y la pobreza), las aguas están divididas: están los que le creen a las víctimas y por el otro los que “piensan que todo fue armado para sacarle plata a la iglesia” y eligen seguir respetando la imagen del ciudadano ilustre, ahora puesto en duda.

“A Zanchetta lo conocí antes de entrar al servicio. El me visitó en mi casa. Es algo común, lo hacen para ver si estás preparado para ingresar al seminario. Me sentía importante, era motivador. Un hombre tan querido, una figura a seguir, respetada por toda la comunidad, se estaba preocupando por mí. Ahora me siento un boludo. Hoy me doy cuenta que no venía a verme por mi interés vocacional, sino con otras intenciones. Un juego sucio”, asegura.

Alan recuerda en diálogo con el Equipo de Investigación los hechos que vivió con el ex obispo. “Zanchetta tenía actitudes inapropiadas. Primero, decía que estaba cansado y que necesitaba masajes. Te decía ‘el obispo está cansado masajéame”, y el tipo lo disfrutaba, gemía como si estuviese excitado. Pensamos que era algo inusual, lo tomamos como un juego, pero después siguió con los pedidos y ya empezaba a quitarse la camisa”, relata. “No lo hacía con todos, a los que por ahí eran gorditos o procedían de una etnia aborigen no les daba bola”, agrega.

“Vivía todo el tiempo caliente, con la leche en el ojo. En el almuerzo te lamía la cuchara provocativamente, salía de dar misa y te tocaba el hombro, o te agarraba de la cintura por detrás y te apoyaba los genitales en la cola”, recuerda. “Nunca me imaginé que se iba a descontrolar. Nosotros tratábamos de manejar la situación, de tomarlo para la joda”, adhiere.

Al contar cómo pasa sus días actualmente, Alan asegura que “no es fácil, porque estamos hablando de una eminencia dentro de la sociedad”. Si bien insiste en remarcar el apoyo incondicional de su familia desde el momento en que se lo contó, afirma que es inevitable sentirse frustrado por el hecho de no poder recomponer sus vidas, a pesar de la ayuda psicológica ya que “la gente te señala con el dedo, no saben lo difícil que es todo”. “Vamos desconfiando de todo el mundo, si el obispo hizo eso, quien te garantiza que otro no sea así”, reflexiona. “Yo no pierdo la fe, pero ya casi no voy a misa. Prefiero ir sólo a orar por mi cuenta. Cuando voy y hay gente el cura se incomoda, sabe que sabemos lo que son porque Zanchetta no es el único, y además nos conocemos todos y la gente mira raro”, dice. “Si tuviera la posibilidad de hablar con el ex obispo, le preguntaría porque. ¿Por qué todo este daño? ¿Qué sintió él cuando entró al seminario y porqué se enamoró del servicio, de la iglesia y ahora hizo esto?”, cierra.

Zanchetta renunció a su cargo como obispo de Orán el 31 de julio de 2017 (antes de que se conocieran las denuncias en su contra), argumentando problemas de salud. Luego, partió rumbo a España donde fue recibido por el arzobispo Carlos Osoro. Una vez establecido en Europa, el papa Francisco lo nombró asesor del ente para la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la oficina que custodia las propiedades de la Santa Sede. Además de las acusaciones por abuso sexual, la justicia salteña investiga a Zanchetta por administración fraudulenta y una posible estafa al estado mientras era obispo de Orán. A raíz de esta acusación, el 7 de noviembre pasado fue allanada la sede del obispado. El supuesto desfalco de subvenciones estatales, de acuerdo con la denuncia, sería por talleres extracurriculares en el seminario San Juan XXIII por los cuales se recibió dinero pero que nunca existieron. El seminario en cuestión se cerró después de la escandalosa salida de Zanchetta del Obispado.

El vínculo entre Zanchetta y Francisco se remonta a la época en la que el primero ocupaba el cargo de subsecretario de la Conferencia Episcopal Argentina, que era encabezada por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio. Según distintas fuentes que denunciaron las actitudes del obispo emérito, Bergoglio había sido confesor de Zanchetta, lo trataba como su “hijo espiritual” y mantenían una relación muy cercana. El padre Juan José Manzano, 1 de los 3 sacerdotes que lo denunciaron por abusos sexuales y de poder asegura que Francisco y Zanchetra tenían un vínculo personal. «Eran muy amigos», confiesa. Y publicaciones católicas como el británico Catholic Herald, al que se hizo eco luego el sitio conservador estadounidense LifeSiteNews, que afirma que Zanchetta «es un amigo personal de Francisco».

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