Tras detener al joven lo golpearon salvajemente, luego amenazaron con violar y matar a su hermano.
El hecho tuvo lugar en febrero de 2020. El día 23, alrededor de las 5 de la mañana, en el Grupo 222 de barrio Castañares. Según el denunciante, su hijo -un joven de 17 años- festejaban el cumpleaños del hermano. Ahí se dio inicio a una noche de violencia policial, torturas y vejaciones.
El padre de la víctima relató que «escuchó un grito y al salir, vio que los jóvenes entraban al patio delantero y que había policías que disparaban con balas de goma y pintura». Entonces «intentó hablar con quien estaba a cargo del operativo y que encontró un móvil con las siglas GIC (Grupo de Intervención Conjunta) y otro de Infantería (DUE)».
Los uniformados le pidieron que «entregara a los jóvenes y que no los cubriera, porque había un efectivo lastimado». Entonces «otro efectivo insistió en que dejara salir a los chicos, para llevarlos a la Comisaría por averiguación de antecedentes y luego liberarlos». Eso hizo. Luego se arrepentiría al ir a buscarlos a la comisaría y ver que habían torturado a su hijo.
El Ministerio Público Fiscal señala que vio lesiones en la sien, pómulo derecho y ojo derecho; además de hematomas en dorsal izquierdo y en el estómago del joven.
El relato de la víctima
El menor contó que una vez que los llevaron en el móvil del 911 detenidos, entonces iniciaron las amenazas. Uno de los policías le mostró un celular con la foto de su hermano para preguntarle quién era; el menor respondió que era su hermano y los efectivos le dijeron que «lo iban a llevar al río y matar». Luego le dispararon en el rostro con balas de pintura. Un tiro en el pómulo derecho, cerca del ojo y el otro en la frente, del lado derecho. Mientras, le daban patadas y golpes de puño en las costillas y el estómago.
Pero la tortura no terminó en la patrulla. Luego lo llevaron al Centro de Contraventores para la revisión médica. Mientras hacían la fila, le dieron golpes en las costillas. Al salir lo pusieron de rodillas mirando hacia la pared y continuaron con las amenazas sobre su hermano, al decirle que «los iban a violar y a matar».
El menor también sostuvo que en el trayecto le pisaron el pecho y le dijeron «ojalá que adentro te caguen a puñaladas». Así lo trasladaron a la Comisaría de Castañares. Ahí, se acercó otro efectivo y le dio golpes de puño en el estómago y las costillas; y le dijo «ya nos vamos a cruzar». Posteriormente, lo trasladaron al Centro de Menores pero no los quisieron recibir, por lo que lo llevaron de nuevo al médico: faltaba la firma del certificado.
Cuando salieron del Hospital San Bernardo, uno de los efectivos recibió una llamada y dijo «¿cómo que le volaron los dientes a mi compañero?». El mismo efectivo, tras cortar la llamada, dijo «ahora le volemos los dientes a todos estos», por lo que los jóvenes fueron golpeados en la cara.
Imputación y juicio
Las imputaciones recayeron sobre los efectivos Miguel Exequiel Carrizo, Oscar Sebastián Torres, Mario Manuel Miranda, Víctor Hugo Quispe, Hugo Rolando Nicolás Villada Guzmán y Saúl Carlos Alfredo Chiliguay, acusados de los delitos de vejaciones calificadas por el uso de la violencia y lesiones leves en concurso ideal y en calidad de autores.
Por otra parte, el efectivo Fabián Marcelo Molina, fue acusado del delito de omisión de los deberes de funcionario público, en calidad de autor. Ello debido a que al desempeñarse como chofer del móvil 1847 -donde trasladaron al menor- incumplió con efectuar el informe de relevancia sobre el hecho, conforme lo requerido en el artículo 29 del reglamento para el uso de la fuerza pública, máxime cuando en dicho traslado se produjeron las lesiones denunciadas.
La fiscala penal de Derechos Humanos, Verónica Simesen de Bielke, requirió ante el Juzgado de Garantías 6, la elevación a juicio de la causa contra estos siete efectivos policiales con revista en el Grupo de Intervención Conjunta.
