sábado 20 de abril de 2024
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Poesía salteña | Entre el “desgarrado suelo” y el “amor sitiado”: la poética de María Belén Alemán

La poeta nació en CABA, pero reside en Salta desde la adolescencia. Sus versos dan cuenta de su labor como analista del alma entre los aconteceres cotidianos y los hechos de proyección histórica que condicionan esos aconteceres. (Raquel Espinosa)

Precedidos por un original prólogo los poemas aparecen reunidos en dos partes: “Desgarrado suelo”, que constituye de cierta manera una querella contra los que convierten a nuestro país y al mundo entero en un espacio carente de libertad y de igualdad de oportunidades; esta primera parte describe un suelo “desgarrado” por el ejercicio despiadado del poder que provoca en muchos seres una insatisfacción permanente. La segunda parte, “Amor sitiado”, de carácter más intimista, diseña un espacio centrado en la problemática femenina. Por último, el libro se cierra, estratégicamente, con un epílogo que registra una fuerte concentración de vivencias.

La escritora nos ofrece, a través de sus versos, testimonios de su labor como analista del alma humana que sondea entre los aconteceres de la vida cotidiana y aquellos otros hechos de proyección histórica y social que aparecen estrechamente vinculados por ser, precisamente, condicionantes de esos aconteceres cotidianos.

El título “Poemas para leer sin voz/s” (editado en el año 2000 y premio Accesit del Primer Certamen Literario “Benito Crivelli” instituido por Pro Cultura Salta en 1999) introduce al lector en una temática cuyas marcas más significativas giran en torno de los deseos insatisfechos, el desencanto, la impotencia y las injusticias, que inevitablemente desembocan en la soledad. Estas vivencias validan la presentación de la siguiente

SOLICITADA:

Denme una tregua / Para sosegar la rebeldía / De la bilis

Entregarme a la primera / Breva del verano

Y recuperar lo que me circunda

En la fatiga / Háganme una senda / Donde ir libre / A abrazar la hierba / Y sentir que el tiempo / Huele a eucaliptus / Y cansancio FRESCO.

Desencanto de fin de siglo o de milenio marcado por una ruptura en la escala de valores tradicionales que brindaba una aparente contención a los integrantes de la sociedad y a la mujer en particular. La concepción posmoderna  se proyecta en los títulos de cada poema que integra esta obra y da cuenta de un sistema cruel que devora a hombres, países o regiones para luego descartarlos.

Hace ya muchos años el mexicano Octavio Paz afirmaba que el hombre es un ser que por sentir el peso de la soledad es, también, “búsqueda de otro”.  De esa necesidad básica deviene el deseo manifiesto de reunión con el otro, con “vos” –el hombre y el mundo- y con la “voz” que es comunicación, al mismo tiempo que diseña la esperanza de que  haya una posible salida para quienes ingresaron en el laberinto de la soledad.

Casi veinte años más tarde, a fines de 2019 María Belén Alemán, que publicó otros textos y siguió cultivando el género lírico, presentó su último libro de poemas, al que designó “La vida de los días”.

El tiempo transcurrido  dejó sus huellas inevitables en las nuevas producciones; el vocabulario empleado por la autora incorpora ahora neologismos relacionados con la informática y el lenguaje de las redes con las que los hablantes actuales arropamos al idioma. Sin embargo, la esencia de las palabras permanece para interpelar a la propia escritora primero y a los lectores, después. Sin desconocer las ventajas de las nuevas formas de comunicarse y su inevitable colonización de la lengua, la voz de la poeta reclama “El coraje de ser a cielo abierto”.  La preocupación, que va creciendo lentamente,  es por el otro que “no da la cara”, que no está disponible para el diálogo tanto en el ámbito familiar como en el social o en el más íntimo, el de la pareja. Ese otro que, hechizado por las voces de  sirenas que despliegan sus encantos desde las pantallas, ha sucumbido al arte de la seducción. La inquietud da paso al dolor y la virtualidad al ámbito real. El otro es ahora el país, el continente, el lejano Oriente, Siria que sufre y “todo este humano mundo”, paradójicamente deshumanizado, atrapado en una carrera hacia la nada y que reclama desafíos.

DESAFÍOS

Hay que volar alto / -nos dijeron en la infancia- / Y fabricamos nuestras alas de cera / Aleteando espacios de relojes alucinantes. / Humano mundo donde todo se pesa / Se mide / Hastíos / Vacíos / Abismos…

La búsqueda incesante de razones para darle sentido al mundo que habitamos marca los días vividos. La soledad se entrelaza con la nostalgia, las rutinas, los soliloquios, la  impotencia y las lógicas lamentaciones.  El pecado original de quien escribe se manifiesta en los versos: “nací buscando” del poema La Busca. Ese deseo de conocimiento y el haber accedido al objeto deseado conllevan la condena de la pena eterna. Conocer la realidad implica la percepción de que el espacio que se habita es equívocamente estático: “kilómetro a kilómetro/ el paisaje avanza monótono y yermo/ El viaje se hace lento”. Este lugar por donde se transita también es definido como “un terco horizonte/ (que) se extiende solitario y algo perplejo”  un espacio donde el tiempo se ha detenido en esos vacíos y abismos que antes citamos. Sin embargo, a veces, muchas veces,  el paisaje y el tiempo mutan y una aceleración despiadada  diseña un espacio sin sentido donde el tiempo da tumbos sin rumbo fijo. Ya no se percibe la monotonía sino el caos. La fugacidad y lo efímero desesperan y hay necesidad de una segunda oportunidad.

Ésta, la segunda oportunidad, tal vez sea, volver al principio. A la génesis de la vida y del mundo y al intrincado y complejo proceso de la creación literaria.

EN EL PRINCIPIO

El amor es el principio y final de nuestras vidas. / Cuando descubramos que eso alcanza / Para sentirnos humanamente vivos / Reduciremos los impuestos / Que nos cobramos todos los días / A nosotros mismos.

La literatura una vez más, en este caso a través de la poesía, llega solidaria como siempre para exorcizar nuestras penas.

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