Cuatro reflexiones para combatir la proliferación de clanes locales que se disputan las rutas de tránsito de las drogas. (Matías Lobos*)
El pasado sábado el diario La Nación publicó un interesante artículo titulado “Preocupa el crecimiento de los clanes narco en la frontera norte”, en el cual se describe la proliferación de clanes criminales locales que disputan las rutas de tránsito de drogas. El mencionado artículo nos permite realizar cuatro reflexiones complementarias que permiten comprender la dinámica delictual en esa zona de frontera del país.
En primer término, una política eficaz de lucha contra el narcotráfico en la zona requiere un trabajo sistemático de correcta inteligencia criminal. Una teoría sostiene la pertinencia de abordar la inteligencia criminal desde una agencia gubernamental única, concentrando recursos y teniendo un sistema de mando unificado; mientras que otra mirada afirma la conveniencia de tener varias agencias dedicadas a esta materia, con la posibilidad de permitir una competencia sana y realizar controles mutuos entre las mismas. Nuestro país hasta el momento optó por ésta última mirada, y más allá de que el debate mencionado no está saldado; lo cierto es que la coordinación de esfuerzos en inteligencia criminal es fundamental, debido a que cuatros fuerzas federales, fuerzas provinciales y otros organismos nacionales y provinciales, desarrollan tareas de inteligencia para desbaratar redes delictivas.
En segundo, si bien la tarea coordinada de inteligencia criminal es central en el combate al narcotráfico, las tareas de vigilancia fronteriza son claves para obstaculizar la cotidianeidad del accionar delictivo. Dichas tareas se optimizan con dos acciones concretas: patrullajes fijos y dinámicos, y tecnología aplicada a la vigilancia fronteriza. En la actualidad, la frontera norte del país se encuentra dotada de un sistema tecnológico de vigilancia fronteriza que posibilita; a partir del uso de sensores fijos y móviles, el despliegue operativo inteligente de patrullajes fijos y móviles. También resulta de gran importancia el despliegue en territorio de operativos conjuntos entre fuerzas federales y provinciales, marcando presencia territorial permanente de fuerzas de seguridad en esta zona caliente de frontera.
En tercero, la frontera norte tiene una particularidad: la presencia de un tránsito vecinal alto y permanente de poblaciones unidas por lazos culturales, sociales y comerciales. Este flujo permanente de vecinos fronterizos, por pasos habilitados y por pasos no habilitados, hace que la ejecución de controles fronterizos sean una tarea ardua y difícil. Esta particularidad es usada por las redes criminales del narcotráfico para usar la frontera norte como un lugar propicio para entrar y salir del país con facilidad. Por esta razón se vuelve fundamental propiciar en la zona un cambio de costumbre social; y fortalecer los controles fronterizos del estado nacional, con un eje ordenador y vertebrador puesto en la seguridad nacional.
Finalmente, el paradigma de política de fronteras en la zona norte del país no pasa por una falsa opción entre fronteras blindadas contra fronteras hermanadas. La opción correcta, desde nuestra mirada, en un paradigma de fronteras seguras. Fronteras seguras implica reconocer la hermandad entre las comunidades fronterizas, pero también reconocer que las fronteras deben ser espacios territoriales donde la política de seguridad contra el narcotráfico se ejecute de manera constante y efectiva.
*Licenciado en Ciencia Política – Ex subsecretario nacional de Control y Vigilancia de Fronteras, y de Formación Policial y Programas de Seguridad.