A fines de los años setenta, 266 familias laosianas llegaron al país escapando de los conflictos bélicos del sudeste asiático. Somboon Hemsouvanh fue una de ellas y relató por qué su familia dejó Salta para instalarse en la provincia del Litoral.
Somboon es la segunda presidenta de la Asociación Wat Lao Rattanaranysaram Keosawang, un templo que congrega a los laosianos que profesan el budismo en el país. Hoy es noticia porque en un barrio de Posadas erigieron el Buda más grande de Sudamérica: mide 13 metros de alto por 10 de ancho y está pintado de amarillo porque, según la tradición, “debe ser dorado para iluminar el camino de los fieles”.
Es un homenaje a los 40 años de la llegada de la comunidad laosiana al país que tuvo a Salta como pieza de reparto que se explica por dos aspectos importantes: la Guerra de Vietnam y la dictadura cívico militar de la Argentina. Con respecto al primer punto, hay que decir que la intervención armada de los Estados Unidos en los países del sudeste asiático desestabilizo no sólo a Vietnam, sino también países como Camboya y Laos provocando que más de 3 millones de emigrantes dejaran sus hogares por miedo a represalias o persecución por parte de los nuevos regímenes en el poder.
Allí entra el segundo punto: las Naciones Unidas llamó a una Conferencia Internacional en Ginebra en procura de resolver la situación de los refugiados y uno de los que se anotó fue nuestro país que en 1979 se comprometió a recibir a comunidades desplazadas con el objetivo de lavar su imagen internacional promocionando una falsa imagen de empatía con los dramas humanitarios.
La maniobra diplomática se consolidó en el decreto Nº 2073 del 31 de agosto de 1979. “De las mil familias que la Junta Militar ofreció recibir, desembarcaron 293, según registros oficiales del Programa para Refugiados Indochinos en la República Argentina del ACNUR. 266 familias provenían de Laos, 21 de Camboya y 6 de Vietnam”, precisa en su edición de hoy el portal Infobae que apunta que según los archivos de la Comisión Nacional de Refugiados arribaron al país un total de 1.270 personas provenientes de la región Indochina llegaron al país.
Entre ellas estaba Somboon Hemsouvanh. Llegó a Salta como refugiada de guerra cuando tenía 7 años. “El gobierno nos dio asiento en Salta. Fueron años muy difíciles, mis padres extrañaban mucho a sus parientes, les costó mucho aprender el idioma, adaptarse a otro ambiente y otras costumbres. No se hallaban. Sufrimos escasez en comida y ropa. Nos dejaron con un patrón, en una estancia lejísima del pueblo. El sueldo era bajo. Pasamos mucha hambre”, recordó.
Según testimonios recogidos por el Ministerio del Interior, en agosto del ’79, se lanzó una convocatoria pública destinada a los interesados en darle trabajo y alojamiento a los refugiados. Los contingentes cayeron en ciudades aleatorias y muchos no sabían a dónde iban, solo que tenían que trabajar. Habían escapado de la guerra para incursionar en un país ajeno, convulsionado y hostil.
Cuando los convenios laborales terminaron, las familias ganaron autonomía para desplazarse por el territorio nacional y Somboon recuerda cómo su familia deseaba abandonar Salta. “Mis padres no se hallaban. Por el idioma, por el clima, por la comida pero sobretodo por la contención. Extrañaban mucho a su país. Pero eso, cuando pudimos, nos fuimos a Misiones, donde había más paisanos. Y en Posadas, el clima y la comida son más parecidos a Laos. Acá nos sentíamos como en casa”, relató.
“Ahora, 40 años después, estamos muy bien, ya no nos sentimos excluidos. Los jóvenes de ahora se sienten integrados a la sociedad. Cuando me preguntan si me gustaría volver a Laos, les respondo que no, que mi país está acá. Nos sentimos parte de la Argentina”, resaltó la presidenta de la comunidad que recibió directivos municipales y provinciales, coterráneos distribuidos en todo el país y 14 monjes budistas oriundos de Estados Unidos y Canadá. El motivo: asistir a la ceremonia de bautismo del Buda más grande de Sudamérica.