Termina un año muy particular, por los hechos asociados con la pandemia. Fuimos testigos de la violación de leyes ambientales, pero también del empoderamiento de quienes viendo afectados esos derechos se interesan y ejerce una posición activa.
Hemos observado que mientras derechos humanos fundamentales -entre ellos los ambientales- de los ciudadanos comunes no fueron respetados, por las múltiples limitaciones impuestas como medidas preventivas (confinamiento ciego, por ejemplo), también el rendimiento del trabajo en la administración pública provincial y municipal, así como nacional, fue afectado en múltiples dependencias, incluyendo las ambientales.
Así no fueron respetados plazos para la respuesta en pedidos de informes, o se hizo difícil la presentación de los mismos, o la revisión de expedientes involucrados con denuncias (en Ciudad Judicial, las acordadas marcaron durante prácticamente todo el año el acceso de los interesados, por medio de la exigencia de la solicitación de turnos o de llamadas previas, cuando lo requerido podía ser exceptuado de la actuación de un abogado por medio de la presentación de un escrito on-line).
También en múltiples situaciones, hemos sido testigos del avance de las violaciones de leyes ambientales básicas que norman, por ejemplo, la conservación de los bosques nativos, incluyendo el accionar opuesto con el establecimiento de resoluciones facilitadoras de desmontes (el solo hecho de no aplicar la normativa vigente, o de no ejercerla con los controles adecuados, por omisión, libera las hectáreas para la destrucción; al respecto, ¿hay noticias en relación con las investigaciones de las causas de los incendios multiplicados en todo el país o sólo queda conformarse con la inculpación ciega de un sector productivo de la sociedad, sin identificar quiénes son los buenos y quiénes son los malos?). Se siguen dictando leyes supernumerarias, cuando lo que falla a nivel de los incendios es el control y monitoreo, los recursos aplicados a la situación, etc. Pareciera que una ley tiene un efecto mágico por el solo hecho de existir, y al haber otras, se nota que no se insiste en hacerlas cumplir, sino en esperar que sean una medida tal vez con neto corte electoral.
Así podríamos seguir describiendo uno a uno los problemas que acucian permanentemente en nuestra provincia, como una herida que no sana, y que por el contrario se extiende y se replica, pero es sólo una parte de la realidad. La contraparte es positiva y consiste fundamentalmente en el empoderamiento de la gente, que viendo afectados sus derechos o el medio ambiente, se interesa y ejerce una posición activa y reflexiva para el cumplimiento del excelente marco normativo instaurado hace décadas, con una evolución protectora que justamente la gente defiende ante cualquier intento de retroceso.
Será la acción, y no la pasividad, la que contrarrestará el avance de lo que no queremos en nuestra ciudad, provincia y país. Sea a partir de movilizaciones, de un trabajo obrando en expedientes, participando en las audiencias públicas, exigiéndolas, con el seguimiento que estas situaciones necesitan y merecen, con la clara voluntad de no ceder ante las presiones y dilaciones gubernamentales de turno. También cabe elegir bien en las próximas elecciones el perfil de los nuevos legisladores, porque así como en cargos ejecutivos electivos (ya está a la vista) muchos se han postulado con supuestas intenciones de respeto y defensa del medio ambiente, mucho hay de simulación y traición. La ciudadanía interesada debe hacerse las buenas preguntas en relación con quiénes son los que verdaderamente defienden estos valores, y quiénes simulan defenderlos, y quiénes, una vez en el cargo, traicionan el voto de quienes los eligieron.
Ésta es una postura necesaria, porque luego vemos en el transcurso de los meses -y a pesar de la buena voluntad de vecinos, activistas y organizaciones que realmente buscan el bienestar ambiental de acuerdo con lo establecido en la legislación- que ir contra un Estado, que tiene los recursos, el personal y el poder (sumémosle ahora la capacidad de dar por anulado todo derecho de circulación con decretos por la COVID-19, permitiendo un “filtrado”conveniente), que va en contra de esos intereses, es una lucha sin fin y con magros resultados.
Esperemos que el año 2021 sea un año encarado hacia el futuro y no hacia el pasado. Y esto debería ser orientado hacia un mundo natural y no artificial, como se quiere hacer con ciertos inventos y manipulaciones del orden genético natural (OGM, MGM, CRISPR, CRISPRCas9, etc.). La ciencia debería ser ética y humana, en lugar de regirse por parámetros exclusivamente económicos, impuestos desde afuera, con la complicidad de quienes gobiernan.
En febrero 2021 el Acuerdo de Escazú, tratado internacional para asuntos ambientales de países de Latinoamérica y el Caribe, tendrá carácter vinculante. Este acuerdo de democracia ambiental garantiza el acceso a la información pública, la participatividad de los ciudadanos, y el acceso a la justicia (que incluye la protección de los defensores ambientales), reforzando la normativa en ese sentido en nuestro país, que lo ha firmado y ratificado. Eso tal vez suponga un cambio con ciertas tendencias de parte de ciertos funcionarios públicos, proclives al obrar en las sombras, o a obstaculizar la participatividad de los ciudadanos interesados en la evolución de su municipio.
Huelga decir un concepto ya repetido en estas columnas, que es un poco absurdo pero necesario tener que insistir en el cumplimiento de la ley, cuando es la tarea de los propios funcionarios que son pagados para ello (y no para beneficiar intereses privados).
Hay que permanecer vigilantes y no ceder terreno. Que sea un año de paz y tranquilidad para todos, y en especial, para los queridos amigos ecologistas.
Siglas
OGM: Organismos Genéticamente Modificados
MGM: Microorganismos Genéticamente Modificados
CRISPR: Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats (Repeticiones Palindrómicas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas)
