viernes 29 de marzo de 2024
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La caliente frontera Salta – Bolivia | Los narcos adoptan un perfil empresarial

Un informe da cuenta de cómo el narcotráfico y la trata se reacomodan en la frontera norte durante la pandemia. Los distintos métodos para ingresar en Salta la cocaína producida en las cocinas ubicadas del lado boliviano.

Un largo informe publicado hoy por el diario LA NACION señala que el principal problema en el norte lo constituyen “las actividades de grupos de narcotraficantes que, con una estructura ‘empresarial’, despliegan del lado boliviano a sus productores nómades de cocaína en rudimentarias cocinas y luego ‘bombardean’ el noroeste argentino con cargas de droga que lanzan desde avionetas”. A ellos se suman los «capsuleros» con la droga en el estómago, «mulas» que llevan los paquetes adheridos a su cuerpo y una aceitada cadena logística que contrabandea mercadería luego de que los preciosse dispararan en nuestro país por la emergencia sanitaria del Covid-19.

Ricardo Toranzos, titular del área de Delitos Complejos de la Fiscalía de Distrito de Salta declaro a LA NACION lo siguiente: «Las organizaciones dedicadas al narcotráfico y a la trata de personas adoptaron un perfil empresarial. Se manejan con clanes familiares locales, con células alternativas, pero ya no encargan las distintas etapas del camino del crimen a sus propios familiares sino que contratan células regionales que no están vinculadas» con ellas. «Hay organizaciones dedicadas a la producción de cocaína en las regiones bolivianas del Beni, de Santa Cruz [de la Sierra], de las yungas. Allí tienen sus cocinas. Luego contratan a alguien que traslade la droga hacia aeropuertos cercanos. Finalmente, pagan a otra célula que carga el avión, ingresa en territorio argentino y vuelve», dijo Toranzos.

“En Delitos Complejos coinciden en señalar que el tránsito de cocaína genera el surgimiento residual de un mercado de microtráfico dominado por organizaciones pequeñas de fuerte arraigo territorial”, enfatiza el informe.

Con respecto a los vuelos que sueltan cargas de droga, el fiscal Toranzos dijo: «Los aviones tienen las coordenadas para bombardear, pero también requieren de confirmación visual. Del lado argentino, los receptores encienden fuego en barriles de combustible para ratificar que la droga llegó a manos de los receptores. Ahí interviene una célula baqueana, que guarda la cocaína. Ya en territorio argentino aparece otra célula, pero de transportistas, que llevan la cocaína hacia los puertos».

Datos oficiales confirman que, por recibir la cocaína, camuflarla y trasladarla hacia los puertos en camión, los clanes salteños y jujeños cobran aproximadamente 600.000 dólares en efectivo. También aceptan droga en forma de pago.” Del lado boliviano, un kilo de cocaína cuesta 2000 dólares. Si los pilotos de las avionetas deben aterrizar, se les paga muchísimo más, pues el riesgo aumenta. En caso de que el envío viaje por tierra, los traficantes envían un señuelo con droga de mala calidad y ellos mismos dan aviso a las fuerzas de seguridad argentinas”, resalta el escrito.

El fiscal Toranzos enfatizó: «Los narcos pretenden que las distintas células que producen, reciben y trasladan la droga no se conecten. Los bombardeos se realizan en montes indescifrables, en sitios donde no hay señal de celular, y la coordinación se lleva adelante con teléfonos satelitales. Nosotros buscamos estos sitios, estos nudos, y los esperamos allí. Pusimos puestos de investigaciones que pudiesen dar alerta de manera inmediata».

«Muchos pilotos jóvenes de Bolivia se dedican a ‘bombardear’. Sacan los asientos, el copiloto va en cuclillas, y lanza la droga en los lugares marcados. Ellos no pueden volar mucho sobre territorio argentino porque no pueden reabastecerse de combustible. Cuando tienen que volar hacia Tucumán o hacia el norte de Santiago del Estero lanzan la droga en un sitio y aterrizan en otro punto para cargar combustible con calma, ya sin la droga en su poder», agregó.

En estos pasos fronterizos del noroeste, según datos del Ministerio Público Fiscal a los que accedió LA NACION, también se caracteriza como usual el tráfico de menores de edad con fines de explotación sexual. El constante tránsito de personas por pasos legales y clandestinos es utilizado por los criminales para camuflar sus actividades ilegales. «Cada frontera tiene su peculiaridad. Y en la nuestra no existen límites técnicos ni materiales, como un alambrado o una muralla», señaló el fiscal Toranzos.

«El orden es selvático, totalmente abierto. En las laderas del río hay barrios. Esto favorece el tránsito vecinal, el movimiento fluido que permite a las organizaciones la utilización de esa muchedumbre que camina de un lado a otro para disimular algunas actividades. Son fronteras con poca actividad laboral y hay personas vulnerables, que muchas veces, por ejemplo, ingieren cápsulas con droga».

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