viernes 29 de marzo de 2024
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Joaquín Penina, el primer anarquista fusilado por el salteño José Felix Uriburu

Fue arrestado y fusilado el 9 de septiembre a orillas del río Paraná en la ciudad de Rosario. Fue acusado de imprimir volantes en contra del dictador salteño.

Un largo y emotivo artículo publicó Adrián Pignatelli en el portal Infobae para recordar a Joaquín Penina Sucarrats quien había nacido un 1 de mayo de 1905 en un municipio catalán de Berguedá y llegó al país a los 20 años de edad. “Rubio, de mediana estatura, se ganaba la vida como albañil, colocando mosaicos y baldosas. Militaba en la Federación Obrera Regional Argentina” precisa Pignatelli quien recuerda que con el golpe de Estado ejecutado el 6 de septiembre de 1930, el salteño Félix Uriburu aplicó las tícas medidas de censura pero también los fusilamientos sumarios a través de la ley marcial que establecía: «Todo individuo que sea sorprendido infraganti delito, contra la seguridad y bienes de los habitantes, o que atente contra los servicios y seguridad públicas, será pasado por las armas sin forma alguna de proceso».

“El 9 de septiembre por la mañana detuvieron a Penina en la pieza que alquilaba. Lo acompañaba el carpintero Victorio Constantini, con quien compartía la vivienda, y el azar quiso que a los pocos minutos se sumara otro amigo, el catalán Pablo Porta. Se los acusaba de imprimir y difundir propaganda anarquista contra Uriburu. Según los acusadores la prueba del delito estaba a la vista, un mimeógrafo, de propiedad de Penina. Pero vanos fueron los intentos de explicarles a los policías que hacía dos meses que el aparato no funcionaba”, relata el artículo.

Con las horas Constantini y Porta fueron liberados “pero ya habían decidido la suerte de Penina. A las 22.30 lo subieron esposado a un camión, en el que iba el subteniente Jorge Rodríguez, que justo esa noche era el oficial de guardia. Fue gracias a él que, por el agobio de los remordimientos o por quitarse responsabilidad, que se pudieron conocer los detalles de las últimas horas del militante anarquista”, relata el autor de la nota que a continuación detalla los últimos instantes del joven anarquista catalán en la ciudad de Rosario.

“Una vez que partieron de la comisaría, tomaron hacia el barrio de Pueblo Nuevo. A los trescientos metros de haber cruzado el puente sobre el Saladillo, el camión se detuvo y condujeron a Penina hacia la barranca del río. Ahí descendieron. Se improvisó un pelotón de fusilamiento. Fue el subteniente Rodríguez quien dio la orden a los soldados de disparar sus revólveres Colt. Penina, sorprendido, atinó a gritar: «Viva la anarquía». En una primera andanada no se desplomó sino que quedó doblado, y entonces los soldados continuaron disparando. Rodríguez ordenó el alto el fuego. Una vez caído, aún con vida, el subteniente le dio el tiro de gracia. Debió hacerlo dos veces porque el primero lo erró. Alguien murmuró: ´fue un valiente hasta último momento´. Había recibido siete disparos.

En sus bolsillos había galletas marineras y un giro por cinco pesetas que iba a enviarle a su hermano Juan. Subieron el cuerpo a una ambulancia y lo llevaron al cementerio de La Piedad. En un cajón de pino, cuatro conscriptos lo enterraron como NN en el solar 2 fosa 450. “Sus compañeros, Constantini y Porta, volvieron a sus países, Italia y España. Fue por el testimonio de Porta que en el pueblo natal de Penina se enteraron de lo ocurrido (…) El de Penina fue el primer fusilamiento, pero no sería el único. También enfrentaron a un pelotón, en diversas circunstancias, los hermanos Gatti en el patio de la comisaría de Avellaneda, Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó en la Penitenciaría Nacional, entre otros.

La humilde pieza que habitaba Penina fue vaciada por los policías. Se quedaron con los 600 pesos que el anarquista debía enviar a editoriales para cancelar deudas, y los libros y los panfletos fueron quemados. También corrieron la suerte de las llamas, en 1977, la tirada completa del libro El Fusilamiento de Penina, de Aldo Oliva. Por alguna razón, se salvó un ejemplar, que sirvió para que la obra se reeditase y evitar así que Penina fuese fusilado dos veces.

 

 

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