Medios nacionales siguen pincelando la situación de esa comunidad salteña que perdió buena parte de sus tierras ancestrales a manos de grandes explotaciones agrícolas.
Con una galería de imágenes, el diario Perfil dedicó en su edición de hoy un largo artículo al drama de los wichis en Salta recordando que la nuestra es la provincia con mayor población indígena (6,5%), la mayoría wichi, que habita desperdigada en zonas rurales y sobrevive con la venta de carbón y artesanías.
“Desde enero murieron ocho desnutridos y dos más por causas asociadas a la falta de agua y comida. La situación se tornó tan grave que varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) expresaron preocupación «por el estado nutricional y de salud que experimentan otros niños y niñas en la provincia de Salta», resalta la nota antes de recordar que la etnia wichi perdió buena parte de sus tierras ancestrales a manos de explotaciones agrícolas y por ello – entre otras cosas – es uno de los pueblos nativos más pobres y desposeídos del país.
El articulo también posó la mirada en Misión Chaqueña. Ubicada a 310 km al norte de la capital provincial, es la comunidad wichi más numerosa con unos 8.000 habitantes. “Algunos viven aislados en este paisaje de monte cerrado con veranos tórridos e inviernos inclementes, los más afortunados tienen energía eléctrica, pero ninguno tiene agua potable. Son frecuentes los cuadros de diarreas, vómitos, herpes y parásitos. Muchas mujeres sólo hablan wichi y se resisten a recurrir a hospitales adonde no hay intérpretes”, remarca la crónica que recuerda que la dentadura completa es un privilegio de los niños, el chagas un denominador común y el dengue una amenaza constante.
Por si todo eso fuera poco, el artículo remarca algo de lo que teníamos poco registro: el incremento de los suicidios. «Desde enero se suicidaron cuatro adolescentes, necesitamos que puedan seguir estudiando» declaró una mujer en relación al último suicidio de un adolescente de 16 años que se ahorcó de un árbol hace dos semanas.
En opinión de Rodolfo Franco, un médico de Buenos Aires al frente de la única sala de salud en Misión Chaqueña, los indígenas están muriendo «de hambre y sed, de desnutrición, deshidratación, falta de trabajo y futuro». En su desvencijado hospital falta de todo. La camilla de partos se quebró a la mitad hace años y la partera, Balbina Gutiérrez, se ilusiona con conseguir otra para que las madres no tengan que parir como equilibristas.
En Misión Chaqueña los wichi recolectan agua de lluvia o la extraen con una bomba que funciona unas horas al día. «Queremos agua buena para tomar, para hacer huerta», reclama Isabel Rojas, una wichi de 50 años. Al sol, los bidones muestran gusanos e insectos. Isabel recoge un poco en un tacho, lo cubre con su camisa a modo de filtro y bebe.
