Fue uno de los protagonistas centrales de “las coimas del Senado” que se pagaron en el año 2000 a cambio de la aprobación de la ley de flexibilización laboral. Falleció ayer en su casa de Valle Escondido.
Fue larga la trayectoria política de Emilio Cantarero. Calificado por el fallecido periodista salteño Sergio Poma como el “hijo adoptivo” del gobernador Roberto Romero, Cantarero fue señalado durante décadas como uno de los “operadores financieros” del primer gobernador salteño tras el retorno de la democracia.
Su nombre también aparece asociado tempranamente a los sobornos. De hecho, la ex diputada Silvia Sapag “había denunciado a Cantarero por sobornos en torno a la renegociación de contratos petroleros (una prórroga a favor de YPF- Repsol por valor de 12 mil millones de dólares y en la que involucraba también a los gobernadores Juan Carlos Romero y Jorge Sobisch)”, enfatizó Poma en su libro “Salta: el Narcopoder” a la hora de hablar del “Gallego” Cantarero.
Los sobornos más famosos, sin embargo, en los que se vio involucrado Cantarero fueron los ocurridos en el senado de la nación en abril del año 2000 cuando se trataba la ley de flexibilización laboral que impulsaba el ex presidente Fernando De La Rua que terminó judicializándose.
De hecho, al momento de solicitar la elevación de esa causa a juicio oral, el fiscal federal Federico Delgado dio por acreditado que desde la SIDE salieron cinco millones de dólares que Pontaquarto llevó al departamento de Cantarero en Recoleta. El representante del Ministerio Público señaló que el ex senador se encargó de su “distribución” entre sus entonces colegas de la bancada justicialista.