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En el nombre de Liliana Ledesma | La salteña que no quiso dar su tierra a los narcos y fue asesinada en 2006

Un esclarecedor relato del periodista Germán de los Santos sobre el caso fue publicado por LA NACION. Historia de un narco-femicidio que reveló el entramado de drogas, mafias, fronteras calientes y complicidades judiciales en Salta.

Ocurrió hace doce años en el norte salteño. La trama principal involucraba a un traficante de drogas que acumulaba hectáreas para transformarse en el «dueño de la frontera»; una mujer que vendía huevos y se negaba a dejar su propiedad, y sicarios que finalmente el 21 de septiembre de 2006 asesinaron brutalmente a esa mujer de nombre Liliana Ledesma. A más de una década de esos sucesos, por el caso será llevado a juicio Delfín Castedo, uno de los traficantes más importante de la historia provincial y que estuvo prófugo durante una década gracias a la protección política y la ayuda de la Justicia. Castedo era el proveedor de Carbón Blanco, la banda que realizó los mayores contrabandos de cocaína de la historia.

“La estrecha pasarela se mantiene destartalada, pero la gente sigue pasando por ahí a pesar de que se mueve con el viento caliente que sopla en Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia. Faltan algunas tablas y los caños que la sostienen están despintados y herrumbrados. Si no llueve y el agua corre por ese cauce, siempre hay basura en la cañada, debajo del puente. La pasarela está recubierta con una fina película de tierra, que flota, como todo lo que está allí a la intemperie. El tráfico frenético de los camiones en la ruta 34 levanta esas nubes de polvo. A un costado de la pasarela se construyó un pequeño altar para recordar a Liliana Ledesma”, describe el periodista el lugar donde Liliana fue emboscada por dos hombres que la mataron de siete puñaladas: dos mortales al afectar el corazón y el estómago; las otras dos en la boca que quedó destrozada por un motivo claro: había denunciado que Delfín Castedo había bloqueado los caminos donde estaban los campos del narco y los terrenos de otras familias.

Según la investigación, Ledesma fue llevada a una trampa por la hermana de quien entonces era el diputado provincial Ernesto Aparicio. Se trataba de María Gabriela Aparicio quien pasó la pasó a buscar y la condujo al sitio donde la asesinaron Aníbal Ceferino Tárraga y Lino Abdemar Moreno, sicarios del clan Castedo. La historia de violencia se remontaba años: el marido de Liliana, Gilberto Villagómez, boliviano, había aparecido muerto un par de años antes a bordo de su automóvil acribillado a balazos en el barrio norte de la ciudad fronteriza. Tenía antecedentes por narcotráfico y Liliana dijo que fue asesinado por orden de Aparicio. Los Castedo dicen lo contrario.

“Liliana vendía huevos en la calle principal de Salvador Mazza, a metros del límite con Bolivia, y su familia necesitaba pasar por los caminos que había bloqueado Castedo, como si fuera -en realidad, lo era- el dueño de la frontera. Para llegar a su campo de 1250 hectáreas en pleno monte, en el paraje El Pajeal, los Ledesma deben atravesar un camino de tierra de unos 35 kilómetros que va paralelo a la frontera con Bolivia”, narra la nota que precisa que según sospecha la Justicia, Castedo “pasaba por allí la cocaína que traía de Bolivia, acopiaba en otras provincias y embarcaba rumbo a Europa”.

Delfín Castedo

Castedo había decidió cerrar los caminos y dejar aislado al ganado de los Ledesma y de otras familias. Por ello Liliana tomó la voz cantante y comenzó a denunciar al diputado Ernesto Aparicio, socio de Castedo, en los medios capitalinos salteños. Diez días después de una entrevista sería asesinada en esa pasarela precaria. «Mi hija lo denunció porque él tenía una cocina de droga, se quería quedar con la casa de ella y le cerró los caminos para trabajar a mi otro hijo, que tiene un campo y se dedica a la ganadería», contó Élida, la madre de la mujer asesinada, a LA NACION.

Raúl y Delfín Castedo serán juzgados este año en Orán por el delito de «instigación al homicidio calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas «. El paso del tiempo deja al descubierto el entramado de poder que detentaba Delfin Castedo. “Este esquema de complicidades, que sostenía un negocio millonario, llegó a niveles increíbles cuando el 5 de diciembre de 2013 el entonces juez Reynoso permitió que se presentara a declarar otra persona en lugar del imputado. El magistrado necesitaba ese trámite para favorecer a Castedo y eximirlo de prisión. No le importó al juez que el narco cargara sobre sus espaldas con un pedido de captura por el asesinato de Liliana. (…) Reynoso está siendo juzgado actualmente en Salta como jefe de una asociación ilícita que se montó con otros abogados de Orán para liberar a narcos a cambio de dinero”, precisa el artículo publicado hoy por LA NACIÓN.

El 10 de marzo de 2017 los fiscales federales de Salta José Luis Bruno y Carlos Amad y la Procunar pidieron a la Secretaría de Fronteras del Ministerio de Seguridad la elaboración de un proyecto para darles «un fin social» a las 18.000 hectáreas que la Justicia Federal decomisó a Castedo. “El temor es que si esas tierras siguen siendo manejadas por este narco esa organización puede continuar operando en esa geografía compleja, casi inaccesible” enfatiza el autor de a nota que precisa lo siguiente:

“La Unidad Especial de Operaciones Antidrogas de la Gendarmería Nacional estableció que la finca El Pajeal -que el entonces diputado Aparicio les habría cedido a los Castedo- posee un camino de tierra de grandes dimensiones y en buen estado de conservación, que va desde lo que sería el casco de esa estancia hasta el límite internacional, terminando en un portón. Ese camino se introduce en territorio boliviano y allí no hay ningún tipo de control”.

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