jueves 28 de marzo de 2024
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El “cupo laboral travesti trans” es ley | Una salteña y una tucumana: símbolos de los festejos por la histórica sanción

El proyecto ya contaba con la media sanción de Diputados y ayer obtuvo la aprobación en el Senado. Los nombres de Lohana Berkins y Diana Sacayan encabezaron todos los festejos.

El proyecto establece que el Estado deberá contratar al menos el 1% del personal de la administración pública, en todas las modalidades de contratación, a personas travestis, trans y transgénero. La iniciativa contaba con la media sanción de la Cámara de Diputados y ayer recibió la aprobación del Senado que con 55 votos a favor, 1 en contra y 6 abstenciones le dio la media sanción que faltaba.

De ese modo el proyecto se convirtió en ley ante la presencia de representantes de la comunidad trans. Dos nombres atravesaron las celebraciones: Lohana Berkins y Diana Sacayan. La primera salteña y la segunda tucumana, pero ambas convertidas en referentas indiscutidas del sector.

Se entiende por qué. En el caso de Lohana fue considerada en vida como la «traviarca» por sus compañeras. Había nacido el 15 de junio de 1965 en el seno de una familia numerosa (13 hermanos) de clase media acomodada en la localidad salteña de Salvador Mazza. En las numerosas notas periodísticas que dio en su vida, ella contaba que su disidencia interna con la identidad asignada al nacer no desataría conflictos hasta sus 13 años. En ese momento en que se hizo evidente que Lohana no respondía a las expectativas del entorno, su padre la llamó aparte y le dio un ultimátum: «O te hacés bien hombre o te vas». Empujada a la prostitución como única alternativa de sobrevivencia, Lohana se mudó a Salta Capital y luego a la Ciudad de Buenos Aires a fines de los ’80.

Tras descubrir un nuevo motor vital en el activismo contra la violencia policial y los edictos que criminalizaban tanto la prostitución como la identidad travesti, Lohana fue cofundadora en 1994 de la Asociación Mujeres Argentinas (AMAR) que luego incorporaría una segunda «M» de «meretrices» (AMMAR) y en la que permanece por poco tiempo. Berkins pasa a integrar entonces la Asociación de Travestis Argentinas (ATA) que María Belén Correa había fundado el año anterior y que con el paso del tiempo incorporaría otras dos «T» para transformarse en la actual Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA); de la que se va en 1998 para formar su propia organización, la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual (ALITT) que presidió hasta su muerte.

Quienes la conocieron aseguran que era portadora de un gran carisma, confianza en sí misma y de «una capacidad exquisita para reírse de sí misma», que utilizaba «no solo como un recurso narrativo sino como estrategia de supervivencia», Lohana fue pionera abriendo puertas que parecían selladas para la comunidad travesti trans. Fue la primera persona trans en conseguir un empleo estatal (2000) y en postularse como candidata a diputada nacional (2001), pero también fundó la primera escuela/cooperativa de trabajo para personas travesti/trans.

Entre las exitosas batallas que dio por la ampliación de derechos, se cuentan la personería jurídica para ALITT (2003-2007), la inscripción con su nombre elegido en el magisterio (2002), la derogación de los edictos policiales primero y del artículo 71 del Código de Convivencia Urbana después (1998-2004), y por la ley de identidad de género (2010-2012).

Estas luchas incluían acciones de visibilización muy creativas y poderosas, como cuando en marzo de 1999 leyó un pedido de asilo político para 65 personas travesti trans frente a la Embajada de Gran Bretaña y en el marco de una movilización al lugar donde se encontraba de visita el príncipe Carlos, para reclamar protección en territorio inglés ante la vulneración de derechos que implicaba el reformado código contravencional para esta comunidad.

Pero Lohana fue una «combatiente de frontera» no solo en relación a la sociedad heteronormativa, binaria, sexista y patriarcal; sino también al interior del movimiento de la diversidad sexual y del feminismo, que inicialmente resistieron la incorporación de las personas travesti trans.

Hay un punto en el que su nombre se cruza históricamente con el de Diana Sacayan, la otra mujer trans celebrada ayer. Referente indiscutida del colectivo como Lohana, Diana fue encontrada muerta el 11 de octubre de 2015. Conmovida por el asesinato de su compañera de activismo y amiga, Lohana Berkins se arrojó a otra lucha durante su último año de vida: la instalación de la categoría de «travesticidio» como crimen de odio hacia la identidad de género travesti trans. Lo logró. En el año 2018 la justicia argentina catalogó al asesino de Diana Sacayan – Gabriel Marino – como autor de un asesinato como crimen de odio.

Sobre Lohana se dijo: “era avanzada a su propia comunidad y se sintió mucho su falta. Todas quieren ser la nueva Lohana pero no tienen ni la mitad de las herramientas ni de la humildad que tuvo ella, que no se erigió en la reina de la política travesti, sino que hubo un colectivo que la sustentó y una sociedad que la supo leer”.

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