miércoles 24 de abril de 2024
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«Desde el 96 estamos esperando cobrar la indemnización» | Soledad Outes, hija de uno de los acribillados en Palomitas

Soledad vive desde hace 43 años en España y dialogó con Cuarto Oscuro: la cárcel de su padre, el asesinato, el exilio de ella y su hermana y las disputas que la privaron de acceder a las políticas de reparación para víctimas del terrorismo de Estado.

La hija mayor de Pablo Outes – uno de los acribillados el 6 de julio de 1976 y hermana del funcionario municipal – vive hace 43 años en España. Partió a ese país junto a su hermana poco después de que la dictadura le arrebatara violentamente a su padre en la Masacre perpetrada el 6 de julio de 1976. Ese día, varios presos políticos fueron sacados del Penal de Villas Las Rosas con la excusa de un traslado para luego ser acribillados en el paraje por militares que fraguaron un combate que nunca existió.

Soledad se abrió a recuperar de entre sus recuerdos algunos de los recortes más hondos de los días previos y posteriores a la pérdida de su padre, cuando todavía vivía en Salta. «Me tocó salir muchas veces con mi papá a comprar un par de zapatos y volver sin zapatos, eso lo sabe toda Salta, mi papá era sumamente generoso». Rememoró también las semanas en las que estuvo detenido el dirigente y, entre otras cosas, mencionó las visitas en las que les recitaba noticias que se aprendía de memoria para tratar de terminar con la incomunicación total que Pablo Outes y sus compañeros de cárcel padecían en aquel entonces. «Si entrara hoy en Villa Las Rosas creo que podría volver al lugar donde él estaba», aseguró.

Pablo Outes (padre).

No dejó de relatar cómo los hechos del 6 de julio de 1976 resultaron muy confusos en aquellos días, para finalmente enterarse del asesinato de su padre mientras compartía con sus compañeras de Bachillerato su viaje de egresados. En cuanto a ese período oprobioso de la historia nacional, Outes consideró: «Yo creo que se trataba de matar a 30 mil y aterrorizar a 30 millones, estaba ese objetivo ahí (…) la idea era destruir la vida de muchísimas personas».

Al horror le siguió el exilio al que definió como “una cosa muy dura, más en nuestro caso que veníamos con la muerte de mi papá». Resaltó la forma en que fueron abriéndose paso a base de valías personales, pero sin dejar de enfatizar lo duro que resultó para ella y su hermana Rosario aquellos tiempos. “Éramos dos chicas que reuníamos todas las condiciones para ser abusadas: éramos menores de edad, éramos pobres, éramos inmigrantes, éramos exiliadas, éramos sudacas y entonces la vida nos trató acorde con eso” reflexionó.

Soledad, sin embargo, destacó que aun cuando las heridas van cicatrizando “de todas formas quedan, cada vez que se tocan se nota que hubo una herida ahí. Si mi papá viviera mi vida hubiera sido muy distinta y eso lo puedo decir de muy poca gente de la que ha pasado por mi vida» resalto la mujer que admitió que tanto ella como su hermana – hoy radicada en Berlín – proyectan volver a Salta en algún momento.

También habló con los conductores del programa que se emite por FM Capital de su percepción y situación personal con respecto a las políticas de reparación del estado argentino. «Yo diría que sí sirvieron las indemnizaciones, creo que lo que ha hecho Argentina es un ejemplo para el mundo entero, estoy muy orgullosa de eso. El hecho de que en algún momento se llegue a un juicio es casi único en el mundo», señaló para luego destallar cómo ella y su hermana no pudieron gozar de ese beneficio.

«En mi caso concreto no he podido acceder a ellas desgraciadamente, ahora la he tramitado y mi hermana lo hará a la brevedad. Confluyeron algunas cosas, primero la situación de toda Argentina, pasaron varios gobiernos durante los cuales no se pudo hacer nada. Cuando llegó el primero gobierno de [Néstor] Kircher entonces sí que empezaron a reconocerse cosas: allí encontré una reparación moral».

En relación a su perjuicio personal, que alcanza también a su hermana, Soledad remarcó: «En nuestra familia ha habido una disputa por cuestiones de dinero, de herencia, que han impedido que mi hermana y yo accedamos al único recurso que el Estado argentino nos dio, que fue una indemnización por el asesinato de mi papá». El litigio que traba su situación fue entre su madre y la «compañera emocional de mi padre» y lleva más de 23 años, impidiendo el cobro de las indemnizaciones de quienes con 17 y 15 años debieron partir a España para escapar del horror que ya se había cobrado la vida de su padre.

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