viernes 29 de marzo de 2024
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Deforestación en Salta y el Gran Chaco | La segunda ecorregión boscosa del continente

Mientras el mundo se estremece por los incendios en el Amazonas, los bosques nativos de la Argentina también peligran. Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa concentran el 80% de los desmontes del país.

Después del Amazonas, el Gran Chaco es la ecorregión boscosa más extensa del continente americano. Se extiende en gran parte de la Argentina, Paraguay, Bolivia y una pequeña porción de Brasil. Esa región es también la que despierta mayor preocupación entre los especialistas.

Según un informe publicado hoy por el diario LA NACIÓN, es uno de los 11 puntos con mayor deforestación del mundo y cuatro provincias concentran el 80% de los desmontes: Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Salta. Se calcula que «entre 2007 y 2014 se registró allí una pérdida de 1,95 millones de hectáreas de bosques a una tasa anual de desmonte comparable con la que ocurre en los focos de deforestación más altos del mundo -subraya Manuel Jaramillo, director de la FVSA-. De continuar con la misma tendencia, para 2028 se producirá una pérdida adicional de cuatro millones de hectáreas».

A la hora de repasar los desmontes ejecutados, el informe publica un cuadro de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable que indica la deforestación nacional entre los años 2007 y 2017. Allí Salta es una de las provincias que se destacan por su altos índices de deforestación: 796.682 hectáreas. La cifra es alarmante si consideramos que la gestión de Juan Carlos Romero (1.995 – 2.007) fue famosa por la tala indiscriminada.

En ese cuadro, nuestra provincia es sólo superada por Santiago del Estero que en igual periodo tumbó 1.026.677 hectáreas. En los últimos años Chaco y Formosa empiezan a puntear los índices, aunque en el global no alcanzan a nuestra provincia y a los santiagueños en lo que a cifras se refiere. Lo cierto es que con la pérdida de bosques se perderá capacidad de capturar dióxido de carbono, la biodiversidad que alberga y también dejarán de existir otros bienes no materiales, pero que influyen en la calidad de vida y pueden impulsar industrias como el turismo.

Además, según explica el investigador, los bosques tienen influencia en el clima, aunque todavía no se entiende exactamente cómo. «Por ejemplo -agrega-, sabemos que una parte importante de las lluvias en Salta, Santiago del Estero y hasta San Luis viene del Amazonas. Es decir que bosques lejanos pueden tener efectos sobre las precipitaciones a distancia. También, sobre las condiciones de temperatura».

El país tiene hoy unos 53 millones de hectáreas bajo el ordenamiento territorial que exige la llamada «ley de bosques», sancionada en 2007 y reglamentada en 2009. Es una categorización que deben hacer las provincias y consiste en asignarle un color a cada zona de acuerdo con sus usos posibles: desde la conservación (rojo) hasta la posibilidad de transformación para la agricultura (verde), pasando por el uso sustentable (amarillo).

«Del total, alrededor de 11 millones de hectáreas son de zonas verdes -dice Diego Moreno, secretario de Política Ambiental en Recursos Naturales del ex-Ministerio de Ambiente-. Hasta 2014 o 2015, se deforestaban anualmente alrededor de 300.000 hectáreas; hoy, esa cifra está entre 150.000 y 170.000. Pero la ley no hay que mirarla solamente por los números de deforestación. El gran desafío es qué tipo de producción habilitamos en las áreas amarillas, porque hay intervenciones agresivas que terminan generando la pérdida del bosque. Lo que estamos buscando es el manejo con ganadería integrada, una modalidad a la que ya adhirieron 10 provincias».

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