jueves 28 de marzo de 2024
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Daniel Menéndez | “Lo más importante de Francisco es que cree que los excluidos son sujetos de transformación”

El coordinador nacional de Barrios de Pie participó de la peregrinación que nucleó a  movimientos sociales con Monseñor Cargnello. Habló con cuarto.com.ar sobre Iglesia y política, Francisco y capitalismo financiero, Urtubey y el rol de los excluidos. (Daniel Avalos)

Daniel Menéndez tiene 39 años y milita en el movimiento Barrios de Pie desde el año 1999. Por entonces la desindustrialización de la economía y la desalarización de la sociedad restaron vitalidad al movimiento obrero que en el 2001 presenció cómo el estallido que eyectó a Fernando de la Rúa tenía como protagonista principal a quienes habían sido vomitados del mercado de trabajo.

Actor social que, a fines de los 90 y primeros años del siglo XXI provenía centralmente de los barrios que -para movimientos sociales como Barrios de Pie-, se convirtieron en los espacios de militancia tal como en los 60, 70 y hasta 80 lo habían sido fábricas para los partidos de izquierda finalmente obligados a reevaluar teorías, diagnósticos y estrategias ante las profundas transformaciones que operaban en la realidad.

A esos barrios fue a militar Daniel Menéndez, quien lo sigue haciendo casi 20 años después. Ayer estuvo en Salta para participar de la peregrinación que distintas organizaciones sociales protagonizaron cuando partiendo desde el Templete de San Cayetano, marcharon hasta la catedral donde fueron recibidos por un Monseñor Mario Cargnello que se sumó a una consigna que hasta no hace mucho tiempo bien podía resultarle herética: “Tierra, Techo y Trabajo”.

Con Daniel Menéndez dialogó cuarto.com.ar que, café de por medio, se anotició de que el dirigente inició una gira por el NOA a mitad de semana que incluyó una reunión con el obispo Marcelo Colombo de La Rioja, la mencionada peregrinación en Salta y que hoy domingo partía para Jujuy para mantener una reunión con otro religioso: el obispo de La Quiaca Pedro Olmedo. La pregunta inicial no podía ser otra entonces, una que buscara entender cómo una organización cuyas bases doctrinarias bebieron alguna vez del marxismo pasaron de considerar hace décadas a la Iglesia como un enemigo estratégico a compartir ahora una actividad con una cúpula salteña que siempre fue lo absolutamente otro de la Iglesia tercermundista que opta por los pobres.

Daniel Menéndez escucha con atención y luego enfatiza que la desigualdad siempre inherente al capitalismo, ahora se profundiza a niveles inhumanos que los desliza a él y a tantos otros a construir movimientos populares que impugnen esa situación.

“En ese esquema, hay un montón de instituciones y espacios en la sociedad que no son homogéneas. A la Iglesia nosotros la vemos sin dudas como un espacio con tendencias enmarcadas en esa institución, pero en cuyo interior hay distintas cosmovisiones sobre la pobreza, los vínculos que deben establecerse con los sectores de poder o de cómo relacionarse con los sectores populares. Hay sectores que optan por estar más cerca de los poderosos y otros por estar más cerca del pueblo. No es nada nuevo. El obispo Angelelli decía en los 70 que había que tener un oído en el evangelio y otro en el pueblo».

“En la Iglesia, efectivamente, existen esas contradicciones, pero creemos estar viviendo un momento histórico con el papado de Francisco, que opta por una mirada: la de impugnar el orden social actual. No se trata de algo que nosotros intuyamos porque él lo dice explícitamente cuando enfatiza que este orden adora al dios dinero, fomenta el consumismo como fin en sí mismo, provocando cada vez más exclusión. Pero además de impugnar a este orden, propone ´Tierra, Techo y Trabajo´ como pilares de un ordenamiento de la vida social con derechos mínimos que hay que garantizar».

Pero lo más importante en su pensamiento es pensar a los excluidos no como sujetos de caridad, sino como sujetos que a partir de la organización pueden transformar la sociedad. Excluidos que son el resultado de la expulsión que el capitalismo hace de la fuerza de trabajo, aunque esos excluidos generan su propio trabajo. Por lo tanto, hay que organizar a esos sectores a partir de la producción de riquezas que generan al margen del sistema capitalista: hablo de los cartoneros, de los que viven al margen del trabajo formal como feriantes y muchos otros que se las ingenian para integrarse al mercado que los expulsó y que poseen potencialidades transformadoras que consiste en volver a integrarlos a la sociedad con plenos derechos».

“Para que ello ocurra, lo primero que hay que hacer es generar consenso y en el interior de la Iglesia hay una mirada en ese sentido. Por supuesto que hay sectores con los que uno tiene más afinidad y hay otros que poseen miradas muy distintas a la nuestra. Pero ayer por la tarde hubo una celebración donde un obispo -que probablemente proviene de una tradición lejana a la nuestra- aceptó, promovió e impulsó un mensaje que impugna los niveles de pobreza que hay en nuestro país. En ese sentido, me parece interesante y válido que esos sectores puedan hoy ayudarnos a bendecir las peleas que llevamos adelante».

C: La izquierda clásica bien podría apelar a un viejo esquema para asegurar que la Iglesia busca montarse en un mar de descontento para encauzarlo hacia la perenne modalidad de la dominación a la que esa Iglesia siempre prestó servicios. No parece una advertencia descabellada pero quiero preguntarte qué deben hacer los movimientos sociales para que, aun admitiendo esa posibilidad, tal cosa no ocurra.

D.M: Nosotros creemos que los procesos de transformación no vienen puros y que, en el marco de la conflictividad y la pelea, van construyéndose salidas y representaciones que en algún caso pueden encauzar el proceso hacia un esquema de gobernabilidad que cambie o mejore en algún sentido las cosas sin tocar lo fundamental. Pero también puede darse lo contrario, porque también es posible que en ese proceso de convergencia entre distintos sectores se profundice la pelea por una mejora sustancial de la realidad social. Pero esto ya tiene que ver con otras cosas: las relaciones de fuerza o la construcción de conciencia al interior de la sociedad. Sin olvidar, además, que nosotros creemos que nuestro paso por esta tierra tiene que ver con dar esas peleas y no simplemente mirarlas, no impugnar a priori determinados escenarios y tener claro qué es lo que uno viene a aportar.

Después habrá que ver hasta dónde da. Pero si uno tiene claro qué es lo que quiere y para dónde va, se puede relacionar con todo el mundo que acompañe esas peleas. Por supuesto que hay diferencias, eso es evidente. Pero hay dos formas de actuar en la vida: que esas diferencias te pongan decididamente en caminos que nunca se cruzan con algunos, u optar por cruzarse con varios para construir el cauce importante de un río que pueda generar modificaciones. Creo que en nuestro país eso tiene que ver con tradiciones políticas que tienen a la izquierda clásica, por un lado, y por otro a los movimientos nacionales y populares en donde, por lo menos nosotros, esos debates ya están zanjados, aun cuando sepamos que no siempre los procesos que se generan están exentos de crisis. Pero ese es el camino: construir con el distinto hacia un horizonte que, a grandes rasgos, podamos estar de acuerdo.

C: Soy de los que suscriben las críticas que el Papa le hace al capitalismo financiero. Sin embargo, el hecho de que sea él quien lo haga con éxito muestra que la crisis de la política es tal, que la Iglesia viene a llenar el vacío que la política no puede ocupar.

D.M: Primero hablemos del rol de Francisco. Indudablemente está parado en un lugar de enorme simbolismo y de un enorme poder. Hablamos de una Iglesia con miles de millones de fieles y que es un actor político como lo fue siempre. Si uno repasa los dos mil años de historia de esa Iglesia, ve que partió de pastorar a los creyentes, pero que también interviene en los asuntos públicos y se relaciona con todo tipo de líderes políticos con un nivel de incidencia importante. Creo que en eso Francisco juega hoy un rol clave a escala planetaria y en absoluta soledad. No te olvides que lo que antes era un mundo con distintas voces ahora es un mundo con una enorme hegemonía de un orden social donde el capital financiero internacional excluye las voces disonantes a ese rumbo. De allí que es muy valorable que exista, aun en soledad, una mirada como la que difunde Francisco.

Más allá de eso, Francisco ni reemplaza a la política ni la va a suplir, con lo cual es la política quien tiene que ocupar ese lugar. El kirchnerismo, por ejemplo, fue un proceso que expresó determinada mirada alternativa a los sectores concentrados que querían disciplinar la política al FMI y al conjunto de los agentes financieros, aunque finalmente ese kirchnerismo tocó límite y se fue muy cuestionado por la matriz de corrupción. Es una tarea de la política revisar ese proceso y reconstruir una alternativa superadora que se pare con banderas que tienen que ver con el mensaje de Francisco, por un lado, pero que también valorice a la política como herramienta de transformación.

Estoy de acuerdo con vos que hoy eso está ausente en la Argentina. No hay un espacio ocupado con un bloque social y político claro. Sí hay un bloque social que empieza a articularse, pero que aún no se traslada a la política para que pueda construir un proyecto de país que esté en sintonía con las críticas que Francisco postula y las propuestas que él promueve. Es una tarea pendiente que tenemos por delante y que por supuesto está en manos de la sociedad.

C: En ese marco, algunos sostenemos que el macrismo como expresión del capitalismo financiero, que más allá de las protestas y los enconos que genera en amplios sectores tiene resto para llegar al 2019 con chances para renovar. ¿Ello supone que al frente de ese macrismo debe montarse un bloque que junte a todos y que necesariamente los movimientos sociales terminarán encontrándose allí con el peronismo?

D.M.: Sin dudas. Nosotros creemos que debemos construir una salida alternativa al macrismo con una amplia unidad de las fuerzas opositoras y por ello trabajamos para que pueda converger el peronismo, el progresismo y los movimientos populares. Esa construcción debe tener como elemento principal mirar al futuro, pero asentándose también en una crítica a aquello que la sociedad más impugna al proceso anterior y que tiene que ver con los hechos de corrupción sobre los cuales tiene una valoración claramente negativa por el enriquecimiento de los principales dirigentes de ese espacio.

De allí que la construcción de la que te hablo debe tener un perfil fuertemente vinculado a la ética en el ejercicio de la política, que siempre es clave en cualquier tipo de proceso popular. A ello debemos sumarle cosas que para nosotros es central: la representación de los movimientos populares y los problemas de los sectores más humildes. Tal vez una de las principales deudas del kirchnerismo sea no haber resuelto ni de cerca la pobreza estructural y el hecho de que en lugar de promover el debate acerca de cómo un modelo de desarrollo puede resolver en el mediano plazo esa pobreza, terminó ocultando cifras y tocando organismos como el INDEC para lograr ese ocultamiento.

C: Interpreto que cuando hablás del peronismo básicamente te referís al kirchnerismo, pero también hay otro peronismo…

D.M: Nosotros vemos el conjunto. Porque también hay que juntar al espacio de los gobernadores expresado por ejemplo en Urtubey y en el reciente encuentro de Gualeguaychú, con el espacio asentado en la defensa del proceso anterior y a los movimientos populares. Todo eso debe converger en un espacio común. A eso aspiramos. Eso sí, no queremos un proceso donde se hegemonice una defensa del gobierno kirchnerista. Nosotros debemos mirar para adelante para oponerle al gobierno una alternativa competitiva y para ofrecerle a la sociedad una salida que ponga como elemento principal la discusión a futuro.

C: Quedémonos un rato en esos dos peronismos. En el kirchnerismo notamos falta de autocrítica pero observaciones contundentes sobre cuáles son los males del modelo económico macrista y cuál la alternativo al mismo; el otro peronismo -que tiene a Urtubey entre sus referentes- pone énfasis en reevaluar estilos de gobierno, pero son tibios en la crítica y la discusión del modelo económico. ¿Ustedes ayudaran a clarificar más la cuestión del modelo, cómo desarrollamos el país y cómo distribuimos riqueza?

D.M: Para no hacer futurología, digamos que hay procesos políticos que se van hilando. Por ahora decimos que debemos procurar juntar todo. La sociedad la está pasando mal y se pone crítica con este gobierno, incluso aquellos que lo votaron pero ya están defraudados. ¿Cuál es el primer problema para esa gente? Que no ve nada al frente del actual gobierno. Y para que al frente de este gobierno se pueda parar algo importante, lo que debe ocurrir es que se encuentren puntos de unidad entre todos los sectores que, por supuesto, debe ser en un marco determinado que posibilite aún más ese proceso. Creemos que en eso es lo que ahora debe trabajar la política. Si eso no se da, indudablemente será más difícil y habrá que ver cómo lo resolvemos, pero sin olvidar que nosotros también construiremos nuestra propia oferta política desde los movimientos populares.

C: ¿Le ves chances a Urtubey de ser candidato a presidente?

DM: Es una referencia de un sector del peronismo. Habrá que ver cómo nacionaliza su discurso, cuál es el proyecto de país que propone. Claro que, para que tenga posibilidades, tiene que incorporar un montón de aspectos que claramente deben ser opositores a Macri y que deben expresar a un sector de la sociedad que hoy está absolutamente en contra del proyecto nacional. Si él puede darle carnadura a esos deseos, irá ganando más volumen su candidatura. Creo que ese es el desafío principal que él tiene. Ya veremos qué ocurre con el correr del tiempo.

C: Precisemos más: candidaturas de ese tipo requieren para empezar dos condiciones: calle y palacio. Lo primero hace referencia a si el candidato tiene un nivel de conocimiento adecuado en el conjunto nacional. Lo segundo, a si forma parte de un círculo que incluye a los factores de poder que suelen elegir antes que la ciudadanía a quienes aspiran a conducir el país. ¿Urtubey cumple con esos requisitos, para vos?  

D.M: Tiene que ver con lo mismo que charlamos en relación a la unidad. Creo que hoy estamos a mitad de camino y él en sus aspiraciones también. Habrá que ver cómo se transita lo que falta y las capacidades que él muestre en ese proceso. A mí lo que me parece es que, si no se juntan todos, es muy difícil cualquier proceso de referencia individual para una candidatura presidencial. Es decir, primero hay que ampliar la base de sustentación que permita tejer acuerdos en base a un programa que cuestione los procesos más dañinos del modelo macrista y genere la alternativa a eso. Ahí está en parte el desafío principal. Luego aparecen los emergentes que en muchos casos ya están.

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