El escatológico hecho sucedió el fin de semana.
El sábado a la mañana un hombre defecó en la cabina de recarga de SAETA ubicada en San Martín y Buenos Aires. El hecho trascendió después de que los medios difundieran el video tomado por la cámara de seguridad del mencionado cubículo.
CUARTO no se sumará a ese escrache mediático. En primer lugar porque no es agradable presenciar al ser humano en plena actividad natural. Segundo, porque en la redacción de este medio aún no hay decisión sobre los motivos que llevaron al salteño a realizar semejante acto.
¿Fue necesidad fisiológica, una simple descarga que alivió momentáneamente a un ciudadano que no encontró un baño a tiempo? ¿Fue consecuencia de la falta de baños públicos? ¿O fue algo mucho más profundo?
La teoría de la performance
Quizás el hecho tenga un alcance mucho más profundo que los esfínteres del salteño apurado. Quizás todo haya sido una performance en contra de los constantes aumentos en el precio del boleto de SAETA. Quizás la defecación sólo haya sido una metáfora poco sutil, un espejo para los empresarios del transporte. Un reflejo de lo que provoca SAETA en la gente realizado por un anónimo representante de la opinión popular.
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