Recordó que la medida fracasó durante el gobierno de Néstor Kirchner. Lo que no dijo es cómo resolver la estampida de los precios que aleja cada vez más a la carne vacuna de las mesas argentinas.
Fuerte columna publicó el senador nacional por Salta en el sitio Infobae. Allí remarcó que la Casa Rosada demuestra “una proverbial incapacidad por capitalizar las experiencias negativas del pasado” y decretó un cierre a las exportaciones de carnes por treinta días. Hacía referencia a lo ocurrido en el año 2006 – presidencia de Néstor Kirchner – cuando se aplicó una medida similar.
“Originalmente estaba previsto que se extendiera por un plazo de seis meses, pero luego se prolongaría a lo largo de una década. La medida la instrumentó la ministra de Economía Felisa Miceli. Su superior inmediato era el actual Jefe de Estado, entonces jefe de Gabinete. El decreto buscaba “frenar el alza de precios en el mercado interno”. Pero el camino al infierno suele estar empedrado de buenas intenciones. Los resultados fueron inversos a los buscados”, resaltó el senador.
Para graficarlo, Romero apeló a “estimaciones de expertos” que aseguran que aquella vez la medida trajo aparejado el cierre de cientos de frigoríficos, la pérdida de entre 10.000 y 12.000 empleos, una reducción de más de diez millones de cabezas de ganado y el incremento de la exportación de carnes de países como Uruguay y Paraguay.
Eso no es todo: Romero citó comunicados redactados por la Sociedad Rural Argentina (SRA) que en el 2013 repudiaban la medida. Era lógico: esa gremial patronal es siempre la que se beneficia con las exportaciones en detrimento de la mesa de los argentinos y esa patronal es símbolo del rechazo de los grandes agentes privados que históricamente se resisten a las regulaciones estatales.
Otro de los argumentos utilizados por Romero para oponerse a la medida del presidente Alberto Fernández es que la suspensión de las exportaciones en aquel 2006 supondrán una merma “significativa de las divisas que la Argentina con respecto a las existentes antes de la aplicación de esa política dictada bajo el demagógico y populista pretexto de “defender la mesa de los argentinos”.
Lo que el senador no pudo negar en su artículo es que en los últimos años se verificó una persistente reducción en el consumo de carne por habitante y un continuo aumento del precio de la misma. Según él, lo último obedece a la escasez de la producción. Lo último obedece a la impericia de los productores y no del Estado que no posee vacas; sin olvidar que hoy en día el 30% de la carne faenada se exporta al mercado internacional y que los productores ganan plata afuera y quieren ganar lo mismo adentro aun cuando el poder adquisitivo de los argentinos no es el de los chinos o los europeos.