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Archivo policial | El curioso caso del salteño que se golpeó una sola vez de dos maneras distintas

Hace 25 años, Oscar Díaz asaltó una carnicería de General Güemes. Fue atrapado por la Policía, pero poco después debió ser hospitalizado por lesiones graves. Los uniformados no podían ponerse de acuerdo de la manera en que el hombre había resultado herido.

«¿Torturaron o no a Oscar Díaz?», se preguntaba el diario El Tribuno el domingo 23 de noviembre de 1997. La noticia se preguntaba algo que rondaba por la cabeza de toda la sociedad. ¿Qué había hecho la Policía salteña con este hombre?

Todo ocurrió el miércoles 19 de noviembre de 1997, cuando Díaz, que entonces tenía 27 años, asaltó una carnicería ubicada en Alberdi al 800 de la localidad de General Güemes.

Díaz asaltó el comercio propiedad de Normando Robles y se dio a la fuga. Pero su huída no duró demasiado. Fue atrapado muy pronto por la Policía. Poco después estaba en coma.

«Sobre el origen de las lesiones que provocaron su estado de coma 2, se difundieron hasta ayer tres versiones distintas», decía El Tribuno el 22 de noviembre.

El matutino agregaba que Díaz presentaba «un fuerte traumatismo en la cabeza» y además, según el informe médico, tenía «golpes internos en el abdomen, tórax y en los brazos».

La Policía se lavaba las manos, no se hacía responsable por las heridas, pero versiones que circulaban dentro de la propia fuerza no coincidían.

«Voceros de la comisaría de Güemes informaron que las lesiones que presenta Díaz se originaron cuando el detenido deliberadamente se tiró del móvil policial que lo transportaba a la dependencia de esa ciudad, y que ante la gravedad del golpe que sufrió al caer al asfalto fue trasladado al hospital local», decía El Tribuno.

El diario agregaba que «autoridades de la misma fuerza, pero con asiento en Salta, revelaron ayer que las heridas sufridas por Díaz se produjeron cuando el detenido intentaba escapar de la policía, y que al treparse a una precaria tapia de ladrillos, colindante a la carnicería donde cometió el hecho, se precipitó al vacío y que los escombros le cayeron en la cabeza».

Las dudas iban y venían. El juez Esteban Dubois analizaba indagar a los policías que habían participado del procedimiento. Mientras tanto, Raquel Díaz, hermana del detenido, se mostraba escéptica.

La mujer no tenía dudas: acusaba a los policías de haber golpeado a su hermano de forma deliberada. La familia entera la apoyaba. Decían que Oscar Díaz había sido víctima de apremios ilegales.

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