sábado 20 de abril de 2024
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Apuntes marginales salteños | ¿Qué hacemos con la basura?

La disposición final, el reciclado, la reutilización. Los sumideros, cementerios de nuestra basura, son las capitales del reciclado urbano. Ejecución torpe, espontánea y en condiciones deplorables entre la marginación-desesperación. (Franco Hessling).

Ya es una moda oficial aquel comportamiento consciente de revisar la “huella ecológica”. No se puede formar parte de grupos sociales de argentinos de buen corazón si no se tiene plena conciencia de vuestra huella carbono y, por supuesto, de las mejores formas para reducirla en el corto plazo. La vara ambientalista se está imponiendo lentamente, a un ritmo más cansino que la desnaturalización del micromachismo, pero imponiéndose al fin. El deterioro del planeta ya ha sido advertido hasta por el Papa Bergoglio, quien escribió una encíclica que algunos se atrevieron a calificar como “verde”, y no por abortera, ni por matera, ni por esperanzada, ni por irlandesa. Verde por ambientalista, el Vaticano puso luces de alarma frente al cambio climático -porque necesita, de paso, que el feminismo deje de ganar protagonismo en las grandes causas sociales, ya que tiene la mala costumbre de enfrentar la moral católica, patriarcal, y revelar los abusos eclesiales.

El ambientalismo necesita recuperar principios del ascetismo, ya que el consumismo empuja a que el extractivismo -valga el abuso de “ismos”- avance cada vez más sobre el planeta y su biodiversidad. Disminuir el consumo desenfrenado e injustificado, domesticarlo u orientarlo con más conciencia, aportará a que, entre otras cosas, produzcamos menos basura. Nuestros REsiduos y otras cuatro RE: reparar, reducir, reutilizar y reciclar.

Sin datos estadísticos oficiales me atrevo a decir que cualquier poblado de veinte familias o más produce toneladas de basura por año. Y algunas ciudades miles de toneladas. Otras, miles de millones. Según el informe “What a waste 2.0” del Banco Mundial, emitido en 2018, en el mundo se producen más de 2 mil millones de toneladas al año. No es una novedad que mucha de la basura post-invención de la baquelita no es bioagradable ni biodegradable y que por eso detiene la lógica circular de los ecosistemas y causa contaminación. Ni hablar de la basura electrónica que generan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Montañas y montañas de basura.

Los sumideros o vertederos son un shopping de desechos con enorme convocatoria, lamentablemente. Suelen tener tanta circulación como un paseo comercial, aunque se trata de personas en situación de plena miseria, que revuelven la basura de otros para sacar su parte, su ración de supervivencia. Se abren paso entre hordas de moscas y pestilencias abrasivas que todo lo colman con sus tufillos de putrefacción. La separación de la basura debería hacerse domiciliariamente, es cierto, disculpas por la falta de conciencia individual. Dadas las condiciones, el Estado debería garantizarla, aunque la ciudadanía todavía no esté lista para clasificar su basura.

Además de fomentar la separación en origen, las ciudades que tienen mejor gestión de sus residuos apuestan por la reducción, la reutilización y el reciclado. Hay países en los que incluso se asume la idea de que los residuos son, otra RE importante, recursos: en Singapur, por ejemplo, se aprovecha la basura para generar el 3% de la electricidad que se consume. Claro, la gestión de residuos en Singapur no la maneja ningún monopolio, está otorgada a tres empresas distintas: Alba W&H Smart City Pte Ltd, SembWaste Pte Ltd y 800 Super Waste Management Pte Ltd. El sistema que permite extraer energía no es una tecnología de punta imposible para países no industrializados, consta simplemente en reducir el volumen de los desechos vía incineración, luego la separación entre cenizas y metales a través de imanes y por último la humectación de las cenizas.

Claro, la posibilidad de generar mierda también es un privilegio de clase. Conforme al ya citado informe del Banco Mundial, “los países de ingreso alto, si bien representan el 16% de la población mundial, generan más de un tercio (34%) de los desechos del mundo”. Pero, pues el locus enuntiationis es el Banco Mundial, el informe luego añade que “la gestión de los residuos sólidos, a pesar de que constituye un elemento esencial de las ciudades sostenibles, sanas e inclusivas, suele pasarse por alto, sobre todo en los países de ingreso bajo. Mientras que en los países de ingreso alto se recupera más de un tercio de los desechos por medio del reciclado y la compostificación, en los países de ingreso bajo solo se recicla un 4 % de los desechos”.

El Banco Mundial olvida un detalle: muchos de los países de altos ingresos derivan sus desechos a territorio ajeno, es decir, se sacan de encima gran parte del problema y recién con lo que les queda hacen una “recuperación” de los desechos a través de reutilizaciones y reciclados. Un ejemplo es España, que hasta hace no mucho tiempo enviaba gran parte de su mierda en barco a Malasia, muy cerquita, vaya paradoja, de Singapur.

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