Lo cuentan en una carta dirigida a la titular del INADI.
Cerca del último fin de semana una carta llegó a las oficinas centrales del INADI. Estaba dirigida a su titular, Victoria Donda. Venía de parte de las comunidades originarias del norte de la provincia de Salta. En ella se detallaban los padecimientos de un secotr de la sociedad que ha sido postergado durante décadas y aún padece innumerables desigualdades, especialmente en estos meses de pandemia.
«El aislamiento no es sólo geográfico, sino que nos encontramos aislados y aisladas de condiciones dignas de vida. Y que las comunidades y municipios que se encuentran en zonas urbanizadas también sufren el mismo tipo de aislamiento. Hemos realizado múltiples denuncias en medios locales y nacionales. Hemos hablado con funcionarios regionales y provinciales, que toman nota o prometen llamar, hacen un seguimiento de unos días pero nada cambia», asegura el texto.
«Esta situación es de mucho tiempo, tanto tiempo que podemos ya llamarle segregación racial, étnica, cultural, política, lingüística y sanitaria, por supuesto. Nuestros niños y niñas sufren las consecuencias de esto y lo pagan, muchas veces, con la muerte. Nuestros hermanos y hermanas tienen que irse, migrar, y muchos de ellos viven en poblaciones urbanizadas, pero siguen sufriendo junto a estas poblaciones las mismas dificultades», sigue la carta.
«Incluso en las zonas urbanizadas, el acceso a la salud no está garantizado, no sólo porque los insumos no llegan, sino que cuando llegan son insuficientes para una situación que se agrava año a año», agrega.
«Necesitamos más formación, mas enfermeros y enfermeras, también médicos y médicas, sanadores y sanadoras, pero necesitamos especialmente que tengan acceso a lo indispensable para poder ayudar a nuestras comunidades: agua, medicamentos e implementos de seguridad para la crisis actual», insiste.
En el texto se solicita algo tan básico como agua y electricidad, además de elementos sanitarios como lavandina, alcohol, barbijos y guantes.
«Es muy difícil que muchos y muchas de nosotros podamos acceder a una unidad de cuidados intensivos o a un respirador, debido a la distancia y la falta de preparación de los escasos hospitales que hay. La segregación que sufren nuestras comunidades también hace que tengamos mas problemas de salud muchas veces», sostiene la carta.
«Quienes firmamos debajo hemos crecido en condiciones sanitarias de extrema vulnerabilidad, incluso muchos y muchas en condiciones infrahumanas. Esto produce efectos traumáticos emocionales, psicológicos, de vida y de salud irreversibles. Y no queremos que nuestras comunidades, especialmente nuestros y nuestras jóvenes, niñas y niños vivan nunca más en estas condiciones», agrega la extensa misiva que exige que se respeten los derechos de las comunidades.
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