martes 23 de abril de 2024
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Adolescencias desgarradas | UNICEF informó que 4 de 10 adolescentes detenidos en Argentina vivió en la calle y sin familia

El estudio muestra que los adolescentes que ingresan a los centros de privación de la libertad son los que tienen mayor vulnerabilidad y menores recursos para enfrentar los riesgos sociales como el proceso penal. Eso determina sus encierros.

Ayer se presentó el informe “Las Voces de las y los Adolescentes Privados de Libertad en Argentina”, un estudio sobre los chicos y las chicas detenidos en Centros Cerrados. La investigación de UNICEF y el Centro de Estudios de Población (CENEP) realizó encuestas al 40% de las y los adolescentes privados de la libertad. «Uno de los temas que más nos preocupan es el de los chicos y chicas privados de su libertad. Y las condiciones en las que están. En algunos casos pueden ser comparadas con la tortura”, aseguró Ana de Mendoza, representante UNICEF Argentina.

Los autores del estudio de UNICEF hablaron con 508 chicas y chicos de 22 centros cerrados de siete provincias. El estudio muestra que los adolescentes que ingresan a los centros de privación de la libertad son los que tienen mayor vulnerabilidad y menores recursos para enfrentar los riesgos sociales como el proceso penal, y eso determina que se los encierre. “Hay una ausencia marcada del Estado para garantizarles tempranamente derechos básicos, pero una intervención férrea a través del sistema penal y las medidas de encierro cuando se les imputa haber infringido la ley”, enfatiza el informe.

Los datos duros del trabajo son los siguientes: la mitad de los pibes encerrados no iba a la escuela al momento de la detención; ocho de cada diez habían repetido o habían abandonado la escuela en algún momento; tres de cada diez chicos vivió en la calle; el 14% pasó por hogares de niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales porque sufrió violencia, abandono o abuso sexual; el 60% habían sido maltratado; el 60% también nunca recibió algún tipo de ayuda por parte del Estado (asignación, subsidio, plan); el 80% ya había trabajado alguna vez; el 60% trabajaba al momento de la detención; el 80% consumió marihuana; el 50% cocaína; el 40% fue violentado por “fuerzas de seguridad” antes del encierro; y tres de cada diez sufrió algún tipo de violencia en la institución aunque la “mayoría no pudo hacer la denuncia: no los dejaron o tuvieron miedo”. Es más, la mayoría no conoce al juez que está a cargo de su causa y siete de cada diez no sabe cuánto tiempo estará encerrado.

“La investigación de UNICEF y CENEP también habla de las condiciones de vida en los centros: falta de acceso a tratamientos de salud, abusos en la disciplina, violencia. Además de la ausencia de luz natural, ventilación, calefacción, humedad en las paredes. Ratas, hacinamiento” resaltó el informe que también precisó lo siguiente: la encuesta muestra que uno de cada cuatro adolescentes tiene al menos un hijo o una hija a las que pueden ver poco porque los centros de encierro suelen estar alejados de sus casas y sus familias. Las dificultades de visitas se repiten con los padres. El 90% de los chicos privados de libertad reciben visitas de sus madres, que también son las que más los llaman por teléfono. Los padres visitan a cuatro de cada diez.

En la presentación de este martes también se criticó a los medios de comunicación cuando estigmatizan a los chicos por las maneras en las que se presentan determinadas noticias. «Los medios tienen una gran responsabilidad por lo que dicen y cómo porque son formadores de opinión», aseguró de Mendoza. Las noticias suelen hablar de «pibes chorros», y nunca se hace referencia a todos los derechos vulnerados de estos chicos, ni de la responsabilidad del Estado, que en la mayoría de los casos recién aparece para encerrarlos.

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