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A 38 años de la guerra de Malvinas | Luis Sevilla: el héroe salteño que finalmente le consiguió una casa a su madre

Su nombre está inscripto en una tumba colectiva en Darwin, pero una denuncia puso en duda que sus restos estén en la misma. Breve semblanza de un joven golpeado por la vida que murió defendiendo la base área Cóndor durante la guerra.

La historia de Luis Guillermo Sevilla tiene un signo trágico. Según la reconstrucción biográfica realizada por el diario Clarín en el año 2012 para presentar la vida de los soldados cuyos nombres estaban inscriptos en lápidas del cementerio de Darwin, Luis Guillermo era de esos hombres a los que la vida parece empeñada en molestarlo.

Había nacido en Rosario de la Frontera el 17 de septiembre de 1963 y a los dos años, él y su madre fueron abandonados por su padre mientras la última estaba embarazada de su hermana Miriam. Comenzó allí un derrotero que culminó en Malvinas: estuvo interno en una guardería y luego en un hogar hasta los 10 años, fue cargador de carbón, limpiador de almacén, verdulero y albañil con el fin de ayudar a su madre y hermana.

Con el mismo objetivo viajó a Buenos Aires en busca de un futuro mejor hasta que el 8 de enero de 1982 ingresó al servicio militar en la escuela de Aviación Civil de Córdoba. Tres meses después estaba en plena guerra ocupando el puesto de Policía Militar en Goose Green. Murió defendiendo la base aérea “Cóndor”, el lugar donde operaban los aviones Pucará. Ocurrió el 28 de mayo de 1982, cuando tenía apenas 18 años.

Fue ascendido a Cabo Post Mortem y recibió la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate” fue declarado “Héroe Nacional” en 1998, le otorgaron también la medalla “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate” y una calle en Paraná y otra en Mar del Plata lo honran con su nomenclatura. Hasta hace un par de años, se descontaba que compartía una fosa común en el sector norte del cementerio de Darwin en las Islas Malvinas junto al porteño Héctor Walter Aguirre, el santiagueño Mario Ramón Luna y el entrerriano Julio Ricardo Sánchez, quienes cayeron con él defendiendo la base.

En julio del año 2018 eso se puso en duda cuando una denuncia judicial apuntó a que cinco tumbas que tienen lápidas con los nombres de 12 soldados no albergan los cuerpos de los combatientes mencionados allí. Entre ellas están los casos de Héctor Walter Aguirre, Mario Ramón Luna y Luis Guillermo Sevilla. Además de haber compartido la guerra y la defensa del lugar en donde fueron abatidos, los tres héroes también compartían otra condición: sus familias son de condición humilde, dos de ellas son del norte argentino y carecían de recursos para pedir explicaciones. Tuvo que mediar una denuncia judicial presentada por una ciudadana particular para que el caso se activara.

Alicia Panero, profesora de Historia del Instituto Aeronáutico de Córdoba e investigadora de temas relacionados con la guerra de 1982, se enteró de lo que pasaba y cotejó los nombres con la lista que Cardozo había hecho en septiembre de 1983 y con fotos de las tumbas. Vio nombres que no estaban en la lista de sepultados. Eran los de Sánchez, Aguirre, Luna y Sevilla, pero también otros. Panero interpuso pedidos ante las secretarías de Derechos Humanos de las provincias de los soldados para que estas reclamaran ante la Nación la extracción de muestras de ADN para ser cotejadas con las del cementerio de Darwin en el marco del PPH, el acuerdo humanitario con Gran Bretaña.

En los casos de Aguirre, Sevilla y Luna, las extracciones ya se hicieron y en un mes tendrían que estar los resultados. Meses después estuvieron los resultados y recién en marzo del año 2019 Cristina Lera y Miriam (madre y hermana de Luis) pudieron visitar el cementerio de Darwin con la certeza de estar en la tumba de Luis.

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Cristina y Miriam, madre y hermana de Luis Sevilla en el cementerio de Darwin. Foto: La Nación.

“Su cuerpito está ahí, ya puedo quedarme tranquila”, dijo la madre aquella vez a los medios que cubrieron la visita de varias familias a las Islas Malvinas. Cristina fue acompañada por su hija Miriam, quien despidió a su único hermano siendo una adolescente. Ella le contaba a la cruz blanca que todos los 28 de mayo, día en que murió, ellas le preparan el locro que tanto le gustaba.

Una y otra declaraban ese día que Luis podía no haber hecho el servicio militar porque era el único hijo sostén de madre soltera, pero pidió ir porque le había tocado la Fuerza Aérea y vio en eso la oportunidad de progresar y estudiar. “Él le dijo a mi mamá ‘así puedo comprarte una casa y no andamos de aquí para allá sin tener donde vivir’. Y pobrecito le dio la casa, pero la pagó con su vida”, recordó aquella vez.

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